Tomás Gómez

Díaz no merecía ganar, Sánchez merecía perder

El peor error de Susana Díaz no fue lanzar a Sánchez hacia el liderazgo, sino permitirle el ejercicio del poder en modo absolutista y despótico.

La primarias andaluzas han pasado sin pena ni gloria y con un resultado previsible porque no se han enfrentado dos modelos de entender el funcionamiento del Estado ni siquiera dos modelos de partido, sencillamente era el duelo de dos egos, el de Sánchez y el de Díaz.

En los próximos días veremos la caída definitiva de la andaluza. Sánchez se alimenta de la venganza y hasta que no vea fuera de la política a su antigua rival, no va a parar. Acelerará la presión mediática y la interna contra ella, hasta que deje la secretaría general, si bien, Díaz tiene muy difícil justificar que siga en ella.

Es un error pensar que Susana Díaz terminó ayer su carrera política, eso ocurrió hace mucho. Desde 2014 todo ha sido un cúmulo de errores, el peor no fue lanzar a Sánchez hacia el liderazgo, sino permitirle el ejercicio del poder en modo absolutista y despótico.

Sánchez elimina a todo el que no piensa como él o con el que tenga alguna cuenta pendiente. Cuando el PSOE le permitió cometer la primera arbitrariedad y realizó la primera destitución en Madrid, no hubo voces que se opusiesen públicamente. Entonces, él supo que tenía vía libre para ejercer el poder absoluto.

El PSOE nunca debió permitir que Sánchez llegase a la Moncloa agarrado del brazo de los independentistas. Esa fue la razón por la que se le obligó a dejar la secretaría general en aquel famoso Comité Federal de octubre de 2016. Sin embargo, Susana Díaz no fue capaz de explicarlo claramente en la primarias de 2017 ni lo ha hecho con el asunto de los indultos en la campaña andaluza.

Nada queda del proyecto político socialdemócrata y reformista que formaba parte de la identidad del Partido Socialista. Hoy no está nada claro el modelo de Estado, ni la alternativa fiscal socialista para que el peso de los impuestos no recaiga mayoritariamente sobre las rentas del trabajo.

No conocemos qué propone el PSOE en materia energética, ni la estructura económica a la que aspira para España, tampoco la propuesta para la sostenibilidad de las pensiones o del modelo sanitario, solo sabemos cómo ha gestionado la última crisis y el balance es penoso.

Sánchez se equivocó con sus decisiones en Madrid que han terminado con el PSOE como tercera fuerza política en la región y no ha pagado por ello. Lo mismo ha hecho en Andalucía, en donde ha antepuesto su ira a los intereses generales. Quizá Díaz no merecía ganar las primarias andaluzas, pero, claramente, Sánchez sí merecía perderlas.

Espadas no es un mal político, pero no era su momento para competir a la presidencia de la Junta. Si Juan Manuel Moreno gana las próximas elecciones, como todo apunta, será gracias a Pedro Sánchez, aunque nada de lo que haga le pasará factura hasta que pierda la Moncloa.

Eso sí, el día que pierda el poder, va a dejar tan pocos amigos en política que podrá celebrar su cumpleaños en un taxi.