Opinión

El cuaderno de Chapu Apaolaza: Moncloa Tours

Notas del 29 de junio. En las escalinatas de Moncloa se encuentran Sánchez y Aragonés. Para saludarse, Sánchez se lleva la mano al corazón y Aragonés, a la cartera. Al lado de Sánchez, cualquiera parece el portero del sitio. El presidente del Gobierno despliega su altura y sus manos de cisne que vuelan en la tarde de Madrid siempre tan azul en estas fechas. En sus gestos muestra su cariño y su predisposición a lo que haga falta. Aragonés, en cambio, se concentra en parecer incómodo, tenso y enfadado y mueve su cuerpo de manera que la cabeza gira con el tronco como representando la unidad monolítica del bloque independentista o una colisión por alcance.

El president tiene que demostrar a cada rato un molt honorable mosqueo o si no corre el riesgo de parecer uno de esos niños que se han perdido y a los que les dan unos papeles para que dibujen algo sobre una mesa mientras los vienen a buscar. Hace un tiempo vino Torra a la Moncloa con sus torrianos coloretes, así que técnicamente, sigue todo igual aunque se quiera mostrar que todo parece nuevo. En aquella ocasión, se quisieron mantener las formas de una reunión ordinaria entre jefe de Gobierno y presidente autonómico; ahora se ha adoptado el lenguaje de los dos bandos y casi los dos países y así se escenifica una cumbre bilateral; será que los dos tienen dos caras.

Si lo de Biden duró cincuenta segundos y hablaron de lo divino y de lo humano, me imagino que Sánchez y Aragonés habrán repasado los ríos de España, el gol de Morata, las raíces profundas de Iberia y los diversos sesgos antropológicos por los que ahora la gente se pone la mascarilla más que cuando era obligatoria. Antes en mi Españita teníamos conversaciones de ascensor y ahora tenemos conversaciones de módulo de la UCI del Ramón y Cajal. Entre tanto, Sánchez hace el recorrido del Moncloa Tours: aquí está el jardín oriental, aquí la sala de operaciones del Gobierno. Esta es la máquina de manejar los tiempos. Gasta mucha luz. Existe este botón que cuando le das, pasa algo, y el generador de tiempos de esperanzas y otras movidas, que mete un ruido del demonio. Este es el retirador de piedras del camino que están probando estos días con el asfaltador del Tribunal de Cuentas.

Ahí queda el cuarto donde guardamos las líneas rojas que va saltando el Gobierno. Hay muchísimas y las visitas se pueden llevar alguna de recuerdo. Y por último, la máquina de inventar palabras. Sánchez busca un alargador y un enchufe, la pone en marcha y la máquina dice que la reunión se ha dado en clima de cordialidad para buscar puntos de apoyo.

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