Camino de Santiago
Sella y Santiago
La fórmula está clara: autoconfianza y mucha autodisciplina, dos pilares que menciono siempre en mis conferencias porque son esenciales ante cualquier reto
En la recta final de las comentadas Olimpiadas de Tokio, y tras reconocer el esfuerzo de nuestros deportistas y felicitar a los medallistas olímpicos, os tengo que contar que es el primer año que dos mujeres hacen podio en el Descenso de Sella adaptado, categoría B. Quizás os parezca banal, pero a mí esto me parece todo un hito en una competición mayoritariamente masculina.
He de reconocer que en el caso de servidora, fue sin duda gracias a mi compañero de piragua Felipe Cartas, un hombre que desde niño tuvo que adaptarse a los deportes hasta que descubrió, gracias a la Fundación También, que los deportes se adaptaban a él… ahí nos conocimos hace muchos años, y éste ha sido nuestro primer Sella juntos.
En principio nos lo íbamos a tomar en calma, pero está claro que cuando se es competitivo, no hay nada que hacer.
La fórmula está clara: autoconfianza y mucha autodisciplina, dos pilares que menciono siempre en mis conferencias porque son esenciales ante cualquier reto.
Nunca pensé que acabaría teniendo tanto control sobre la piragua, otro deporte que se ha terminado convirtiendo en una auténtica pasión y, casualidad o causalidad, los rápidos donde más miedo pasaba por si volcamos, son ahora fuente de máxima felicidad, adrenalina y libertad.
Mucha «culpa» de esto la tiene mi mencionado compañero, quien cual maestro zen, me iba relatando las lecciones Del Río de La Vida:
–No te pelees con el río.
–Fluye. Navega sin resistencia.
–Dosifica la fuerza.
–Acaricia el agua con el remo.
–A veces encallas, y no pasa nada por pedir ayuda.
–Sigue remando.
Como la vida trata de sentirnos bien, somos cada vez más los que decidimos emprender etapas del Camino de Santiago. Más aún este año Xacobeo que por cierto se extenderá por primera vez durante dos años seguidos (2021 y 2022) por la situación de pandemia.
Ha sido también muy emocionante participar en alguna etapa con una «handbike» (bicicletas adaptadas para personas con movilidad reducida).
Nunca imaginé que la simple expresión: «buen camino», me iba a emocionar tanto, sobre todo después de los extasiantes repechos.
Merece la pena tanto el esfuerzo físico como el desarrollo espiritual.
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