Educación
Por una escuela verdaderamente libre
Ningún Colegio diocesano dejará su ideario y su carácter propio y dejará de serlo si secunda lo que se nos quiere imponer en materia escolar
En los países libres y democráticos se ha entendido la escuela como institución de la sociedad para enseñar a los alumnos a ser libres, críticos, conscientes, creadores y con espíritu.
Esto se está intentando que no sea posible a no ser que reaccionemos en contra–, con las leyes nuevas que regulan el sistema educativo español. La legislación educativa, la LEY CELÁA, es en su entraña, como ya denuncié aquí mismo, una ley liberticida en la que no se quiere ni se tolera una escuela libre, en libertad, para enseñar y aprender a ser hombres libres, conscientes, críticos, creadores y con espíritu.
Se está siguiendo y secundando los dictados de los poderosos del Nuevo Orden Mundial (NOM) que pretenden una nueva cultura unificadora, derribando la tradición y las tradiciones propias y que convierte en extraño al pensamiento crítico, libre y del espíritu. Porque no podemos olvidar, que objetivo de este Nuevo Orden no es que los hombres o los ciudadanos piensen y se conduzcan por la verdad, sino que acaten y se resignen a su o a sus ideologías. Y así, lo estamos viendo en la LEY CELÁA y en sus desarrollos legislativos, por ejemplo, el que desarrolla las enseñanzas y disposiciones mínimas, obligatorias, para el próximo curso, en cuyas puertas nos encontramos ya. (Y esto en verano, cuando las gentes están de vacaciones y no pueden organizarse, como una dictadura más o como acontece en regímenes dictatoriales y totalitarios. (¡Qué poderío tienen dichos poderes que ni siquiera en ningún medio de comunicación social aparece ni una referencia a sus acciones, a sus visitas, a sus consignas que son órdenes sometidas a la concesión o no de fondos de inversión esclavizantes!)
El NOM, secundando la ideología de un pensamiento homogéneo, cuya promoción comienza en las escuelas públicas o estatales, para luego seguir en la cultura adolescente y en la universidad, da como resultado una sociedad de adultos en edad pero infantiles fácilmente manipulables y dirigibles. Una «masa» amorfa, desintegrada o desvertebrada, con seres humanos ligth, en la que la persona humana, el individuo, no cuenta, las religiones no cuentan a no ser que se callen y se sometan –Dios, Dios personal, Jesucristo no pueden ni deben contar en absoluto dentro de este NOM–. Estoy asombrado y casi no creo lo que veo, pero es realidad la legislación totalitaria con la que se abre o se va a abrir un nuevo curso escolar. La escuela verdadera, aunque pretenda el Gobierno de España hacerla desaparecer, no ha muerto; debe darse una respuesta, una repuesta en verdad y en libertad para que haya una sociedad humana, sencillamente humana, en verdad y en libertad, con esperanza, abierta al futuro, capaz de humanización y de desarrollo auténtico digno del hombre con dignidad y derechos inviolables basada en bienes prepolíticos, constructora de paz y de fraternidad, abierta a Dios y no materialista como la que propugnan los textos legislativos que se proponen, o mejor, que se imponen obligatorios. Una respuesta, sin duda. Es la escuela libre, la escuela católica, las escuelas católicas, que no morirán, como no puede morir la libertad ni la verdad, ni el amor, ni la fe.
Hoy mismo me dirijo a todos los Colegios diocesanos, que están agrupados en la Fundación «San Vicente Mártir», para que se opongan con todas sus fuerzas a estos desarrollos legislativos, a los contenidos obligatorios que estén en contraste con el carácter propio de los Colegios diocesanos. Son escuelas libres para enseñar a ser hombres libres, conscientes, críticos y creadores, con espíritu. Guiados por la visión del hombre que procede del Evangelio, de Jesucristo, en quien encontramos la verdad del hombre, para hacer posible una humanidad libre, fraterna, solidaria, en concordia y paz, defensora de la vida y de la familia, asentada sobre la verdad del matrimonio de un varón y de una mujer, lejos enteramente de la insidiosa ideología de género que tantos estragos está causando en el mundo. Ningún Colegio diocesano dejará su ideario y su carácter propio y dejará de serlo si secunda lo que se nos quiere imponer en materia escolar. Pido a padres, asociaciones de padres, de profesores, a todas las escuelas católicas de Valencia, que como sus responsables saben, siempre las considero diocesanas, hagan lo mismo, defiendan la escuela libre, luchen por la escuela libre. Vencerá la verdad.
Veía, ayer mismo, en un medio de comunicación social, una pancarta en la que se leía «Freedom for Catalonia». Desde aquí, sin pancarta, pero con toda la fuerza de miles y miles de personas libres clamo: ¡¡¡FREEDOM FOR ESCUELA LIBRE!!!, tanto la de iniciativa social o privada como la Estatal. ¡¡¡¡POR UNA ESCUELA LIBRE Y VERDADERA!!!!, no permitiremos que pase lo de Cuba, Venezuela, Nicaragua…¿Por qué no se pregunta, de una vez, a los ciudadanos si quieren una dictadura o una democracia, un régimen de libertades o totalitario, por ejemplo, en materia de enseñanza?
Antonio Cañizares Llovera es cardenal y arzobispo de Valencia
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