Opinión

Sánchez pierde a los jóvenes

Un partido al que rechaza la juventud ha perdido el futuro

El sanchismo se ha convertido en «viejuno» en tres años. Contrasta con el orgullo juvenil que se gasta, y confirma que el envoltorio y la propaganda no son suficientes. El ecofeminismo progresista es una religión oficial que cansa por omnipresente. Está en todos los sitios: la «cultura», los medios afines, los anuncios televisivos, el cine o las series de pago. Y la juventud se rebela. Lógico.

Mientras el Gobierno bate palmas por la sostenibilidad medioambiental, el desentierro del dictador Franco y el reconocimiento del mundo trans, la electricidad sube a cifras históricas y los jóvenes continúan sin empleo. La España de Sánchez sigue líder en paro juvenil en la Unión Europea con un 40 por ciento de menores de 25 años sin trabajo. Sin empleo no hay vivienda, ni posibilidad de planear una vida propia.

Además, la campaña gubernamental contra los jóvenes, a quienes ha acusado de la transmisión de la covid-19, cuando fue Sánchez quien el 3 de julio de 2020 dijo que había derrotado al virus y que la gente disfrutara, no le ha ido nada bien. De hecho, casi un 62 por ciento de los españoles de entre 18 y 34 años suspende la gestión sanitaria del Gobierno. Y eso que el Ejecutivo escondió el número de muertos, suspendió los derechos fundamentales, y se desentendió de la coordinación autonómica. El resultado es que la vacunación no se ve como un éxito de Sánchez.

Nos aburren con la «España vacía» cuando lo peor es la España ignorada, esa parte del país que no es Cataluña. Hablo de las regiones y capitales de provincia que están hartas de no contar para nada, y que ven, un día y otro también, que el informativo abre con el tema catalán. La España ignorada está a punto de saltar, consciente de su situación. El ejemplo del timo socialista con el AVE a Extremadura es palmario: un gesto de los independentistas ha sido suficiente para dedicar toda la atención y gran parte del presupuesto a infraestructuras en Cataluña.

Por eso, según refleja la encuesta de NC Report para LA RAZÓN, casi el 70 por ciento de los españoles de entre 18 y 34 años dice que el tema catalán ocupa demasiado espacio en sus vidas. Están hartos de ser tratados como ciudadanos de segunda, asunto que quedaría sellado con la «España multinivel» de Sánchez.

La percepción es que el Gobierno no da para más y lo hace mal, de ahí que un 63,5 por ciento vea bien la colaboración con la oposición, tanto del PP nacional como de los presidentes autonómicos. Este instrumento es percibido como un modo de enderezar la política errática del Ejecutivo, sacarle de la obsesión catalana, y tomar medidas prácticas para el gobierno de España.

Lo mismo ocurre con su relación con Podemos que, a priori, parecía la opción «más fresca» de la izquierda, la «nueva política» al margen de los clásicos. Pero la formación comunista se ha quemado también muy pronto. La juventud, según la encuesta, dice que no le gusta. Los españoles con edades comprendidas entre los 18 y 34 rechazan la política de Podemos y a sus líderes. De hecho, Ione Belarra, Manuel Castells, Irene Montero y Alberto Garzón son de los peor valorados del gabinete ministerial.

Un partido al que rechaza la juventud ha perdido el futuro. No se trata de que esos españoles sean indiferentes o equidistantes, sino que suspenden rotundamente al Gobierno y piden que haya más colaboración con la oposición y con los presidentes autonómicos, porque creen que no es capaz por sí mismo.

Ante esta situación, la izquierda dirá que hay que hacer «pedagogía», lo que viene a ser un nuevo insulto para el que piensa de manera distinta, y aplicar una Ley de educación que adoctrine. Ya nos conocemos.