Libros
Ayer y tan lejos
A través de estas fotos uno viaja por la memoria con asombro
El autor del libro «Ayer y tan lejos», el fotógrafo César Sanz, se dedicó durante seis años, de 2008 a 2014 a recoger instantes que reflejan «los oficios, situaciones y quehaceres de una forma de vida que, tras perdurar durante siglos, se desvanece ahora inexorablemente». En busca de esas instantáneas recorrió con su coche 45.000 kilómetros por las carreteras y caminos de Soria y cientos más andando por calles, cerros y veredas. A través de estas fotos uno viaja por la memoria con asombro. A mí me han interesado sobremanera los tipos humanos y los viejos oficios desaparecidos o en trance de desaparecer. Ofrezco una muestra al lector curioso.
El arriero de Oncala, con su boina, zahones y manta de cuadros al hombro, tirando del ramal de su caballo tordo; el carretero de Langa, con camisa de cuadros y la vara en la mano, caminando al paso del macho que arrastra el carro con altas banastas; el tipo que unce los bueyes al yugo en Covaleda; el campanero de Soto del Burgo repicando las campanas a misa; el pastor de Los Campos, equipado con manta, cayado y zurrón, que llega a casa con sus merinas recién esquiladas después de ocho meses trashumante en las dehesas de Extremadura; el segador de Nepas con hoz y zoqueta; la anciana de Vildé, con el pañuelo malva cubriéndole la cabeza y la cara, sentada en el campo sin soltar la cachava; la mujer feliz de Cirujales del Río con un caloyo en brazos; la anciana desdentada sentada a la puerta haciendo calceta en Villanueva de Gormaz; el herrero de Berlanga, la fragua, la mujer lavando vellones de lana en Oncala; el burro de camino al mercado con las alforjas cargadas de corderos, y el cabrero de Viana de Duero con una cabra apoyando cariñosamente las patas en su pecho.
Impresionan el tipo barbudo de Monasterio ayudando a parir a una oveja y el de Morón que nos muestra el cepo zorrero. También la noble figura del mulero de Nepas con sombrero de paja y barba blanca; la pastora de Aldealseñor, el resinero, el vigilante de acequias, el esquilador de Montejo de Tiermes, el cestero, el pregonero de Matamala, la Romana, última vecina de Valdenegrillos, tirando del ramal de su burro y, en fin, la tremenda estampa del matarife de Viana de Duero con el cuchillo en la mano, dispuesto a sacrificar el cordero por Navidad.
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