Tomás Gómez

Confesiones de Ábalos

No hay duda de que Pedro Sánchez hoy no sería ni siquiera cargo público del PSOE si, el día que presentó su dimisión, no hubiese acudido en su rescate José Luis Ábalos, dueño de los discursos más incisivos en los comités federales socialistas. La campaña de las primarias en las que Sánchez derrotó a Susana Díaz, tuvieron como director de orquesta al ex ministro de Fomento y como piezas clave a personas como Juan Manuel Serrano, ex jefe de gabinete y responsable de las finanzas de su campaña, o a Maritcha Ruíz y una empresa de comunicación de su entorno. Todos están fuera de la primera línea, algunos han sido reubicados en lugares tranquilos y bien remunerados, Serrano que preside correos y Ruíz dormita en Ferraz. Todo el mundo sabe que cuando se tiene el Gobierno, el partido languidece por lo que las tareas de comunicación son unas vacaciones pagadas.

Falta por ver el destino final de Ábalos que, a juzgar por lo que dice, es el que más secretos conoce del presidente. Hace unos días se ha publicado una clarificadora entrevista en la que relata información relevante acerca de algunas cuestiones controvertidas como, por ejemplo, el «caso Delcy». De hecho, la respuesta que regala al periodista cuando le pregunta por el asunto es demoledora: «Alguien tenía que ir», lo que indica que no fue una actuación personal sino compartida, parece que con el propio Sánchez. Otra perla que dejó el derrocado Ábalos es el reconocimiento de que, después de la fracasada moción de censura en Murcia, estaba pensada otra en Madrid contra Díaz Ayuso. Es decir, que el 4-M es consecuencia de un error de cálculo del PSOE y no de un acierto del PP. Quizá, ahí estribe el pecado del ex secretario de Organización que no fue indultado por Sánchez y por el que ha terminado pagando un precio muy alto. Aunque es un viejo zorro que ha resurgido varias veces del ocaso, esta vez ha recibido un varapalo del que le va a costar mucho recuperarse, además, desde Moncloa se ha alentado la idea de que el ex ministro podría estar envuelto en algún asunto policial o judicial, cosa que le ha ocasionado perder hasta en Valencia todo predicamento. Pero hay una diferencia importante entre Serrano o Ruíz y Ábalos. Sin duda, el valenciano es más inteligente y está dotado de una memoria extraordinaria que le puede servir en el futuro.

En unos meses veremos si es recompensado por sus servicios prestados, como ha ocurrido con el resto de guardadores de secretos de Sánchez y sus familiares cercanos o es arrojado a los leones. No cabe duda de que esto último es lo que desea el líder socialista, cosa bien distinta es que pueda hacerlo. Lo que va quedar sin aclarar es porqué pasó de ser de su absoluta confianza a ser de su desconfianza total.