Pedro Sánchez

Sánchez ve a Ucrania como una oportunidad

«Esperpéntico. En la crisis de Ucrania el presidente tiene el visto bueno de la oposición y los recelos de parte de su Gobierno»

Pedro Sánchez, que es de los que primero dispara y luego pregunta, está convencido de que la crisis de Ucrania le concede otra oportunidad. Infatigable en su empeño de mantener el poder y resistente, pensó lo mismo al principio de la pandemia. Iván Redondo, su asesor áulico de entonces, creía lo mismo, pero nadie conocía la verdadera dimensión del virus. El conflicto Rusia-Occidente, con Ucrania de excusa, es más primario, pero en España también alarma mucho. Los asesores actuales del presidente, con su jefe de gabinete, Óscar López, al frente, son más discretos, pero también influyen, aunque el seguidismo al jefe es lo primero. López, que coincidió en Harvard –en un curso de temporada– con un ilustre financiero/banquero español, aprendió el pragmatismo político de su mentor, José –Pepiño– Blanco, una inteligencia política natural que fue quien hizo presidente, y mantuvo en el puesto, a Zapatero. Pepiño, siempre entrañable y ahora consultor de éxito y olfato privilegiado tenía –y tiene–una habilidad especial para sacar réditos de las crisis, algo que Sánchez intenta una y otra vez con éxito desigual.

Albert Einstein defendía que «en tiempos de crisis la imaginación es más efectiva que el intelecto». El idealizado John F. Kennedy recordaba que «los chinos utilizan dos pinceladas para escribir la palabra crisis. Una pincelada significa peligro, la otra oportunidad. En una crisis se toma conciencia del peligro, pero se reconoce la oportunidad». El inquilino de la Moncloa, es obvio, ha percibido que –más allá de lo que diga Tezanos con sus encuestas que conoce por adelantado Iglesias, escandaloso cuando menos–, la crisis de Ucrania y el peligro de un conflicto armado y sangriento es una oportunidad. Le permite, en cierta manera, centrarse, porque está obligado a cerrar filas con la OTAN y EEUU con la aquiescencia del PP –llamada hábil de Pablo Casado incluida–, Ciudadanos y el PNV, y la crítica, más o menos activa, de sus socios de Gobierno, añorantes de la extinta Unión Soviética comunista, y de toda la patulea de «indepes» de izquierda extrema, desde ERC hasta Bildu. Valle Inclán no hubiera imaginado un esperpento mayor. Sánchez, que siempre disparará primero y luego preguntará, está convencido que Ucrania le ofrece una oportunidad inesperada.