Cuartel emocional
Picoteando de aquí y de allá
Antonio Resines ha salido de la UCI, y yo me alegro. Es el marido de una amiga mía, Ana, que también es muy amiga de la Infanta Cristina. Recuerdo muy bien cuando coincidí con ella en los cuartos de baño instalados en una carpa adosada al Palacio de Pedralbes, en aquella boda donde la familia del novio nos gustaba más que el novio en sí. Recuerdo también a sus hermanas, las del novio, monísimas, que decían que la Familia Real les había facilitado mucho el acortar las “distancias” lógicas entre el Rey de España y los parientes a quienes se les había revolucionado la vida desde el anuncio del enlace. En fin, que todo se fue al garete y de aquel día soleado de octubre solo nos quedan las fotos. Ocurre hasta en las mejores familias, según se ve. Lo malo es este final cutre, que desinfla al más pintado. Pero siempre se dice lo mismo, que lo importante es la salud y el popular actor, Resines, parece que está ya fuera de peligro. Que se lo digan si no a la hoy televisiva Celia Villalobos, ex ministra de sanidad, que acaba de perder a su marido Pedro Arriola, el Iván Redondo de Aznar y Rajoy, tan criticado por los periodistas en su momento por sus pocos logros y escasos aciertos. Llegaron a decir, incluso, que era gafe. Por eso acabó por desaparecer del panorama político y hace un par de días hemos conocido la noticia de su fallecimiento. También me trae recuerdos de la víspera de otra boda Real, la de la Infanta Elena, cuando en Sevilla nos juntamos a cenar un grupo de amigos en el restaurante Bajo Guía, en el cual ellos estaban también, tan simpáticos, tan sevillanos. Todavía, hace no mucho, Celia y yo nos acordábamos de aquella noche tan divertida. Y de la boda, otra más que también acabó en separación. ¡No ganamos para sustos!
Por lo demás Rusia dice que no tiene intención de invadir Ucrania. Mal asunto. Como sean tan embusteros como Sánchez la guerra está al caer, mientras en nuestro país la ultraizquierda retoma las antiguallas de “OTAN, no” y “No a la guerra! Y no es que una se tome a chirigota un conflicto como este, cuya conclusión es muy sencilla: Ucrania quiere vivir en libertad, formar parte de Europa y del Tratado del Atlántico Norte, y Putin quiere tenerla agarrada por el pescuezo, como a una gallina a la que puede degollar en cualquier momento, que es la forma en que el comunismo afianza su prevalencia. Y para prevalencia, la de Iglesias, aunque sea a distancia y desde una sombra no tan oscura, porque sigue manejando los hilos de Podemos desde su chiringuito periodístico, con acceso a datos de los sondeos del CIS antes de que sean publicados. Tezanos, que ha engordado muchísimo, por cierto, nuevamente los ha cocinado a fuego lento con unos resultados descacharrantes que ni él mismo se cree y que filtra al de la chepa con la misma naturalidad que asegura que en las elecciones castellano-leonesas saca mayoría de votos el PSOE. No hay vergüenza. Como tampoco la hay colocando a la Celaá de Embajadora ante la Santa Sede, la que durante su etapa en el ministerio de educación quiso eliminar la religión como asignatura e implementar el Islam. Esta individua es todo menos próxima a los postulados de la Iglesia, condición coherente para estar como responsable, precisamente, de esta Embajada. Mientras tanto, el gobierno trabaja en una reforma legal para excarcelar a otros 50 presos de ETA. ¡Qué asco!
CODA. En el lado bueno de las cosas, que siempre lo hay, un Rafa Nadal a puntito de su vigésimo primer Grand Slam ¡con un pie lesionado! Y también el viejo Biden pasando en moto de invitar a Sánchez a participar en una videollamada de urgencia con Macron, Draghi, Scholz, Johnson y el polaco Duda para debatir sobre la crisis de Ucrania. ¡Qué grande!
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