Tomás Gómez

El avispero del PP

En el Partido Popular ha estallado la guerra nuclear. Las acusaciones mutuas de corrupción entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso inauguran un tiempo duro en el que veremos cómo se despedazan ambos ejércitos. Casado ha lanzado un misil a la línea de flotación de la baronesa madrileña: acusaciones de adjudicaciones amañadas con familiares incluidos. No es nuevo, hace meses que Génova amenaza con sacar algo turbio sobre Ayuso.

Ella ha respondido soltando una bomba de racimo a modo de filtración como víctima de espionaje desde una empresa controlada por el alcalde de la capital.

¿Quién ganara esta guerra? De momento, Vox, que con la puerta abierta a los descontentos del PP sigue sin tocar techo. También sacará dividendos Pedro Sánchez. En el PSOE saben que si los populares no superan a los socialistas en las urnas, La Moncloa continuará con el mismo inquilino. Un nuevo zarpazo de la extrema derecha al PP puede terminar con las expectativas de Génova.

Es posible que la temperatura del enfrentamiento aumente varios grados más en los próximos días para después bajar el pistón, como en otras ocasiones. Aun así, el daño ya está hecho y el beneficio de Sánchez por cobrar.

En primer lugar, cierra el debate que se ha abierto en lo interno del PSOE acerca del voto que deben tener los socialistas castellanoleoneses en la investidura de Mañueco, algo que a los intereses de Sánchez viene como anillo al dedo.

En segundo lugar, no es descartable que esto acabe en los tribunales. Es más que probable que la Fiscalía abra alguna diligencia de investigación y, más allá del recorrido judicial que pueda tener, está la repercusión mediática, además de desacreditar la operación de limpieza que prometió Casado.

Por último, el discurso de desgaste contra el PP quedará armado. Sus alianzas y coqueteos con Vox, sus guerras internas y la sospecha de nuevas corrupciones ofrecen un menú a la carta en cada situación.

Casado ha perdido los nervios el domingo. Con las expectativas en Castilla y León desinfladas y con los poderes territoriales exigiéndole cambios en su equipo, lo que significa que le piden que reconozca que las cosas no van bien y es culpa de Génova, el popular ha intentado un golpe de autoridad con la madrileña.

El problema es que Ayuso es impredecible y temeraria. Si Casado buscaba asustarla, solo ha conseguido agitar el avispero y un golpe directo en la mandíbula desde la Puerta del Sol.