Alberto Núñez Feijóo
Meditación del optimista
Ayuso atrae más a los cansados de Vox, y Feijóo a los centristas descolgados de Ciudadanos y del PSOE. Son en cierta medida complementarios
Llevaba tiempo rondando la tormenta en torno al Partido Popular y al fin ha estallado con estruendo amenazando con llevarse todo por delante. Trae mucho ruido, como si fuera de piedra, y se ha oscurecido el cielo. A estas horas, mientras escribo, están reunidos con carácter de urgencia los dirigentes del partido. Cualquier cosa puede pasar, así que conviene ser cauteloso. Pero uno sabe por experiencia que siempre que llueve escampa y que después de la tempestad viene la calma. Me parece que sobran las alarmas excesivas, que los adversarios de este partido y los incautos de dentro están haciendo resonar insensatamente. Ni Vox va a dar el zarpazo ni se derrumba el PP. Estamos ante una crisis de celos, de ambiciones y de malentendidos, con pretextos éticos poco consistentes. Son asuntos de negocios relacionados con la política, habituales en la izquierda de manera ostentosa ahora mismo sin que pase nada y sin alboroto.
De momento me quedo con lo que dijo Balzac: «En estas grandes crisis, el corazón se rompe o se curte». A estas alturas de la vida uno está curado de espanto y de falso optimismo, ese que confunde los deseos con la realidad. Y tengo de verdad la sensación de que el Partido Popular, en contra de todos los agoreros, está ante una gran oportunidad. Puede salir de esta crisis más fuerte, más capacitado para ganar las elecciones y con el corazón curtido. Eso ocurrirá si aprovecha la ocasión para renovarse sin descomponerse, con una nueva Dirección y un nuevo cartel electoral. Ya se sabe que a grandes males, grandes remedios.
A Pablo Casado, un político joven y brillante, pero sin pegada, lo ha matado la extraordinaria popularidad de Isabel Díaz Ayuso. Ese es el verdadero origen de la crisis. A Casado, si se empeña en seguir en su puesto, protegido por el grupo de leales, le van a montar los «barones» del partido una «casa de la pradera», como hicieron en su día los de UCD forzando la dimisión de Adolfo Suárez. Así que quedan dos opciones: la popular Díaz Ayuso, aclamada por las multitudes y capaz de aglutinar el voto de las derechas, o el experimentado y triunfador político gallego Alberto Núñez Feijóo, un político respetado, un peso pesado de la política, capaz de poner orden en la casa y conducir al partido con garantías a la próxima cita electoral. Ayuso atrae más a los cansados de Vox, y Feijóo a los centristas descolgados de Ciudadanos y del PSOE. Son en cierta medida complementarios. Desde luego, no parecen incompatibles. Y entonces la tormenta habrá pasado de largo.
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