Ucrania

Estamos en guerra

La guerra nos sorprende con un Gobierno dividido al respecto, con una parte enviando aviones de combate al lugar del conflicto y otra saliendo a la calle agitando la vieja pancarta del «No a la guerra»

Estamos en guerra, una guerra anunciada y pregonada con tiempo, milimétricamente, sin que haya habido manera de pararla. Otra vez Europa en guerra por culpa de un dictadorzuelo, instalado en el Kremlin, llamado Putin. Ni la ONU, ni la OTAN, ni la Casa Blanca, ni la Unión Europea han sido capaces de pararle los pies a este antiguo agente de la KGB. De nada han servido las advertencias y las amenazas. Tampoco servirán los castigos. La diplomacia ha fallado. La expansionista invasión rusa de Ucrania pone a Europa de rodillas y desbarata el frágil orden mundial. Es una agresión de manual y una regresión histórica. Nadie está seguro a estas alturas del alcance y las consecuencias de una guerra en el territorio fronterizo del Este de Europa. Toda guerra en Europa, advirtió Eugenio D’Ors, es una guerra civil. De momento se hunden las bolsas y se dispara el precio del petróleo cuando empezábamos a levantar cabeza tras la pandemia del covid. Sólo estamos seguros a estas horas de que encontraremos, en palabras de José Agustín Goytisolo, –los ucranianos ya lo están experimentado en carne viva– «ruina y muerte bajo el cielo vacío».

Esta vez España no es neutral y obliga a todos a tomar partido. La guerra nos sorprende con un Gobierno dividido al respecto, con una parte enviando aviones de combate al lugar del conflicto y otra saliendo a la calle agitando la vieja pancarta del «No a la guerra», como si alguien fuera partidario de la misma. Existen pocas dudas de que la guerra de Ucrania pone a prueba la consistencia de la coalición gubernamental. Y para alivio de males este gravísimo conflicto internacional nos llega en medio de una profunda crisis en el principal partido de la Oposición, que ahora mismo está descabezado, cuando más falta hacía un poderoso frente político unido para hacerse cargo de la situación. Nadie podrá negar que desde que Pedro Sánchez está en el Gobierno nos suceden todas las desgracias, todas las plagas imaginables, como si fuera una maldición. No sé qué más puede pasar.

El 3 de agosto de 1938, en vísperas de la segunda Guerra Mundial, Neville Chamberlain, primer ministro británico, pronunció un discurso en el que advirtió: «En la guerra, sea quien sea el que se pueda llamar vencedor, no hay ganadores, sólo perdedores». Llevaba razón, pero nadie le hizo caso. Y llegó la gran devastación, una sucesión de tragedias. No escarmentamos ni en cabeza ajena y volvemos a las andadas poco más de ochenta años después. Y este ha sido el período más largo de paz que ha vivido Europa.