Pedro Sánchez

Sánchez, sin complejos, en la guerra de Putin

«Coartada para Sánchez. Habrá que hacer sacrificios como habría que hacerlos sin guerra, pero ahora Putin tendrá la culpa»

Esquilo (siglo V a.C.), el más antiguo de los dramaturgos trágicos griegos, autor de la Orestíada, participó en las batallas de Maratón y Siracura. Quizá después de los combates fue cuando escribió que «la verdad es la primera víctima de la guerra», algo que, 2.500 años después, mantiene toda su vigencia. Pedro Sánchez, sin complejos y «en horas veinticuatro», como un Lope de Vega de la política –aunque la comparación sea injusta y temeraria–, ha pasado de estar medio de perfil en la guerra de Putin en Ucrania a anunciar que España entregará «material militar ofensivo a la resistencia ucraniana». El inquilino de La Moncloa ha vuelto a protagonizar otro equilibrio imposible para cualquiera de sus adversarios políticos, incluido el defenestrado Pablo Casado y al que, en el centenario del Ulises de Joyce, algún veterano compañero de partido, pretende hacerle un «retrato del político adolescente». Sánchez se las verá ahora con Feijóo que, por gallego, llega con los equilibrios de cuna en el ADN, sobre todo los dialécticos. «Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo», escribió Wittgenstein.

Sánchez ha cambiado de opinión sobre el envío de armas a Ucrania porque España depende de los fondos europeos y tras el alegato emotivo de Borrell –estuviera hablado entre los dos o no– no tenía otra salida. Putin y su guerra, por otra parte, ofrecen una coartada imbatible al inquilino de La Moncloa. Llegan tiempos difíciles. Habrá más inflación, menos crecimiento económico y quizá más paro, al margen de que los datos de ayer sean mejores o peores. Además habrá que hacer sacrificios, como también habría que hacerlos sin la tragedia de Ucrania. Ahora, sin embargo, Sánchez, sin complejos, podrá decir que la culpa de todo la tiene Putin –no le faltará parte de razón– y podrá presionar a la Unión Europea para que prorrogue su manga ancha con los déficits y deuda pública, que volverán a subir. El presidente calculaba que la próxima legislatura, en teoría 2023-2027, sería dura de gestionar por los ajustes que deberá hacer el Gobierno. Ahora, todo es más llevadero porque hay un malo oficial –y real– que es Putin. Podemitas y radicales no están de acuerdo, pero esa es otra historia. «La verdad es la primera víctima de la guerra». Entrado el siglo XXI, vigente Esquilo.