Tercera Edad

Manuel

Toda esta ponzoña injusta es la misma que le cae a muchas familias que tienen que tomar una decisión que no es fácil, pero que es muchas veces necesaria

Si Dios quiere y no me voy al otro barrio pronto, mis últimos días los pasaré en una residencia, con jardín, y una pantalla en la que ver alguna serie interesante. Silla de ruedas y pañales incluidos, y gente profesional alrededor. Mi madre, sin embargo, me ha hecho prometer que nunca lo haré, que nunca saldrá de su casa, que nunca la llevaré a un centro geriátrico, pase lo que pase. Hoy quiero hablarles del hijo de Concha Velasco.

Manuel ha tenido que dar explicaciones por llevar a su madre a una residencia. Se llama vida privada. Se llama respetar los límites. Intromisiones inadmisibles. Ha tenido que contar cómo está su madre, con detalles que son íntimos, para que no se le tache de mal hijo. Ha desvelado aspectos que deberían permanecer en su ámbito, pero los ha tenido que poner en conocimiento de todo quisque para no pasar por un indeseable, para que no le acusen de abandonar a su madre, para que no se le coloque en un patíbulo público. Manuel tiene que llevar su vida, su trabajo, tiene que poder dormir, tiene que poder divertirse, tiene derecho a su sexualidad, a su comodidad, a no acoger en su sofá a un cuidador todas las noches. Manuel no se tiene que autoinmolar por su madre, no es justo. Su madre, estrella o no, actriz de leyenda o no, si está bien cuidada, si la residencia es amable, si está atendida, ya basta. Todo esto que le ha caído a este chico es lamentable. Toda esta ponzoña injusta es la misma que le cae a muchas familias que tienen que tomar una decisión que no es fácil, pero que es muchas veces necesaria. Insisto, yo trabajo para que, si este gobierno y los que vengan, dejan de cagarla en la gestión y la maternidad aumenta gracias a las políticas familiares y a las que proteger a la inmigración (tan necesaria, tan joven), yo me pueda ingresar por voluntad propia en una residencia. No tengo hijos pero, si los tuviera, no quisiera que sacrificaran esta vida tan corta por mí. No quisiera que se perdieran ni un segundo en disfrutar, en agotar hasta el final su juventud. Manuel, no te justifiques más. Vive. Y sé muy feliz.