Alberto Núñez Feijóo

Feijóo y el voto útil

El gran reto del líder popular no es otro que convencer del «voto útil» hacia el PP a un electorado de centro derecha deseoso de ver a Sánchez fuera del poder

Puede parecer de Perogrullo, pero por si algunos aún no se han enterado entre el elenco del buenismo político nacional, aunque haya cambiado el nombre, el perfil y probablemente las formas de actuar en el jefe de la oposición, el inquilino de La Moncloa sigue siendo exactamente el mismo y con formas de actuar por todos ya conocidas. Hoy jueves se ven las caras en la sede del Gobierno Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en un encuentro que, más allá de la mera cortesía institucional va a suponer toda una mutua declaración de intenciones y fijación de posicionamientos de jefe del gobierno y jefe de la oposición, teniendo en cuenta que la conveniencia de manos tendidas exigida por la situación del país se verá muy pronto condicionada por vientos electorales, a un año vista para la gran batalla del poder territorial y tal vez antes de los que algunos presumen, con los comicios a la Junta andaluza, cuando Moreno Bonilla vea el momento idóneo de pulsar el «botón nuclear».

El nuevo presidente del PP no es precisamente un recién llegado a esto de lo público, ni tampoco el aventajado gestor de gobierno en un «corner» del mapa nacional aterrizado en la corte para «desbravarse» en la «champions league» de la política. Más al contrario tal vez sea el último opositor que hubiera deseado cualquier gobierno de la izquierda, lo cual no le exime de la lección aprendida cuando ya era tarde por otros dirigentes del centro derecha hoy ya en el arcón de los juguetes rotos como Albert Rivera o el propio Pablo Casado, a propósito de la particular manera con que Sánchez contempla el cumplimiento de acuerdos y la asunción de compromisos. Las respuestas de Feijóo a Alsina en su entrevista de este martes en Onda Cero resultaron especialmente indicativas a la hora de mostrar que el nuevo líder del PP tiene claros, tanto en el compromiso de la mano tendida al diálogo pero no de forma incondicional, como en el establecimiento de unas prioridades que pasan por atajar de entrada la angustia del ciudadano cuando se tienta el bolsillo o sobre todo, el convencimiento de que pueden marcarse distancias con Vox sin necesidad de estigmatizar o insultar a la derecha contigua. El gran reto del líder popular –hoy con primera piedra de toque en Moncloa– no es otro que convencer del «voto útil» hacia el PP a un electorado de centro derecha deseoso de ver a Sánchez fuera del poder. Así de claro y así de complicado.