Gobierno de España
Defecto ocular
El Gobierno se presenta como constitucionalista, sin embargo forman parte de él o lo sostienen los que pretenden destruir el Estado y, de entrada, el orden constitucional
Dice Ortega en el prólogo a la «España invertebrada» que «no puede esperarse ninguna mejora apreciable en nuestros destinos mientras no se corrija previamente ese defecto ocular que impide al español medio la percepción acertada de las realidades colectivas». Es cuestión, pues, de arreglarnos la vista y de no dejarnos guiar por las falsas e interesadas visiones del poder, reflejadas en el espejo de los medios cercanos. Haré aquí un breve repaso de algunas de ellas, hoy bien patentes, que deberían provocar rechazo instintivo en cualquier espectador prevenido.
La breve visita del rey Juan Carlos a su tierra ha sido presentada en los medios «progresistas» como una desfachatez, un incordio, una mala idea. Desde el poder y sus corifeos le echan en cara que no ha pedido disculpas públicas por los fallos éticos –no tiene cuentas pendientes con la Justicia–, o sea, por la falta de ejemplaridad en su conducta personal. Se olvidan de que abdicó por eso, de que renunció al poder. La abdicación fue el alto precio que pagó por sus errores. ¿Les parece poca explicación y poco precio? Y encima, es empujado al destierro después de prestar impagables servicios a la nación. La ingratitud mide la catadura moral de las personas y de los pueblos.
Otro defecto ocular, motivado por la perversión del lenguaje, es presentar el aborto del niño no nacido como un derecho, camuflado bajo el eufemismo de interrupción voluntaria del embarazo. La nueva reforma de esta siniestra ley de Zapatero pretende ampliar las facilidades para abortar a las adolescentes, mientras los jueces del Tribunal Constitucional llevan años pensándoselo. Un día me aseguró el presidente Suárez que la frase de la Constitución «todos tienen derecho a la vida» se puso expresamente para impedir la legalización del aborto, que, según él, sería inconstitucional. El año pasado no vieron la luz en España por este motivo, según datos registrados, 88.269 niños.
Hay que tener cataratas para no ver otras perversiones: No vemos, por ejemplo, la realidad de los partidos, sino las etiquetas –progresista, ultra…– pegadas a ellos. El Gobierno se presenta como constitucionalista, sin embargo forman parte de él o lo sostienen los que pretenden destruir el Estado y, de entrada, el orden constitucional. El presidente del Gobierno, en lugar de responder civilizadamente, en las sesiones de control parlamentario, las preguntas de la oposición y de dar cuenta de sus actos y de sus gastos, se dedica cada semana a descalificar, cuando no a insultar, a la oposición, lo mismo que hacen los medios adictos. Así es imposible que haya en España una mejora apreciable de nuestro destino nacional.
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