Estados Unidos
Salvador
El asunto es el de un chaval maltratado en casa y en el colegio, sin referentes, rechazado, apartado. Y nadie hizo nada
Hablemos de Salvador Ramos. Acababa de cumplir dieciocho años. Lo celebró acudiendo a una tienda de ropa militar, de armamento y se regaló lo que quería. Y lo hizo de forma legal, esa que ha vuelto a defender Donald Trump, ese al que votaron los americanos porque entienden así el mundo. Se ha llevado por delante a dos profesoras y se cargó a casi toda una clase de cuarto de primaria. Hablemos de Salvador Ramos. Hablemos de su soledad, de su alineación, de su desplazamiento social. Todos sabían que no estaba bien. Era tartamudo. Ya había amenazado con hacer cosas así y peores. Hablaba de violar chicas. No quisiera entrar en sus trastornos, ni en sus problemas mentales. Ahora bien. Díganme si un chico acosado en el colegio, con una familia desestructurada, una madre adicta a las drogas, un padre que aparece para decir gilipolleces, puede construir una vida. Díganme si esa vida de mierda que llevaba puede acabar de otra manera. Díganme si son capaces Vds. de juzgarle con esa cosa que tenemos en esta parte del mundo, con esa cosa de mirar por encima y calcular los daños desde nuestra mirada, con esa cosa tan condescendiente y tan hija de puta. Díganme si hay alguien en el mundo que pueda superar la falta de amor sin salir dañada. Podría haberse convertido en una buena persona. Sí. Podría. Pero no es fácil. Es más fácil atajar y cortar. Es más fácil hacer lo que hizo Salvador, al que nadie ayudó, al que nadie echó cuentas, al que nadie tuvo en cuenta. Ha sido maltratado pero hay cosas peores. Qué más da. Hay muchos chicos maltratados, y lo remontan. Cuál es el problema para Salvador, que tenía a su abuela. Así que Salvador, con todo su dolor, está siendo absolutamente pasado por el tamiz del mundo idílico de esta partecita y cuya historia se queda en que en Estados Unidos deberían desaparecer las armas al alcance de todos. Debería, por cierto, claro que sí. Esa sociedad debería pensarse muy seriamente lo que proporciona, pero no es ese el asunto central. El asunto es el de un chaval maltratado en casa y en el colegio, sin referentes, rechazado, apartado. Y nadie hizo nada. Porque todo eso no importa. Hasta que te suicidas.
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