Pedro Sánchez

Cómo cometer todavía más errores y salir airoso

El hábil cinismo político de Churchill ofrece una salida porque quizá lo importante no sea meter la pata sino poder volver a hacerlo. Significa estar en el poder y es en lo que confía Sánchez

Winston Churchill era la política en esencia y sus sentencias han quedado para recordarlo, con su pizca inevitable de cinismo. Cuando todavía era muy joven, el hombre que plantó cara Hitler le dijo durante una discusión a Archibald Primrose, quinto conde de Rosebery y premier británico (1894-1895) que «el número de errores en que puede incurrir uno en política carece de importancia, lo verdaderamente importante es poder seguir cometiéndolos». Pedro Sánchez –acaso su subconsciente– quizá pensaba algo similar mientras cometía el traspiés en el Congreso de los Diputados de sugerir que todo iba bien con Argelia horas antes de que ese país denunciara el tratado de amistad, buena vecindad y cooperación, porque también anunció que pretende presentarse a las próximas elecciones y, por supuesto, ganarlas. El inquilino de La Moncloa, de esa manera, encaraba los rumores de que, ante un posible revés en las urnas, podría apartarse de la contienda electoral y explorar otros horizontes, quizá en instituciones supranacionales.

La información o la diplomacia, o ambas, han vuelto a fallar. Empresarios conocedores de los intríngulis argelinos indican que la decisión de suspender el tratado estaba tomada hacía días y que alguien debería haberse dado cuenta. La intervención de Sánchez en el Congreso pudo –solo pudo– acelerar el anuncio de algo previsto. Los mismos hombres de negocios –para las mujeres todavía es muy difícil participar en las grandes operaciones en ese país– creen que todo será complicado, pero que Argelia necesita vender gas y usar las infraestructuras que hay y una de las principales pasa por España. Piensan que la solución es hablar con los argelinos y sobre todo tener paciencia, paciencia, paciencia, que es la actitud clave con ellos y, también, como hacen los italianos –que tampoco están a favor del Polisario–, hacerles ofertas creativas y con gracia. «Si se quieren buscar caminos –dice un ejecutivo con años de experiencia en Argelia– se encontrarán». Sánchez y más los que le rodean están nerviosos. El error argelino llega en vísperas de las elecciones andaluzas y cuando todas las previsiones –desde la OCDE al BBVA y el Banco de España, entre otros– rebajan el crecimiento económico para este año, sube la prima de riesgo y la inflación sigue disparada. No obstante, el hábil cinismo político de Churchill ofrece una salida porque quizá lo importante no sea meter la pata sino poder volver a hacerlo. Significa estar en el poder y es en lo que confía Sánchez.