Elecciones andaluzas

Un espejo para Sánchez

El domingo puso un espejo delante del líder socialista que certificó lo que ya se sabía, que esto va cuesta abajo. Las derrotas en Madrid, Galicia, Castilla y León y que, en tiempo récord, el mejor granero de votos socialistas se ha convertido en abastecedor de excepción del Partido Popular, no parecen haber hecho mella en Pedro Sánchez y su entorno de poder.

Las señales del electorado son inequívocas y, en otros tiempos, el análisis del PSOE hubiera sido reaccionar ante los acontecimientos bien con una crisis de gobierno, bien con un anticipo electoral o, en el peor de los casos, las dos medidas.

Sin embargo, lejos de un análisis serio, Moncloa se ha desmarcado del resultado y, apoyado en las encuestas a medida de Tezanos, asegura que lo de Sánchez va bien aunque todo lo demás vaya mal.

Sorprende el silencio generalizado que impera entre los dirigentes socialistas. Son los próximos en medirse en las urnas llevando sobre sus espaldas el peso que, a día de hoy, supone Sánchez y pueden pagar lo que no les corresponde.

Sánchez se agarra a la tesis de que los votantes descargarán su enfado en autonómicas y municipales, de manera que, para las generales las cosas se habrán apaciguado. Los barones deberían exigir un superdomingo electoral para compartir riesgos y responsabilidades.

En Andalucía no ha perdido Espadas, lo han hecho los pactos con los independentistas, el precio de la electricidad, del gasoil y la actitud crítica de los ciudadanos con el Gobierno.

Tampoco la fragmentación del voto de la izquierda es una excusa, la derecha también estaba igual de dividida. Pero los 21 escaños que ha perdido Ciudadanos, al igual que muchos votos socialistas, han sido absorbidos íntegramente por el PP.

El PSOE, sin embargo, no ha sido capaz ni de retener los suyos, menos aun de recoger las fugas procedentes de las ascuas podemistas.

Fueron ridículas las razones que espetó Lastra en su comparecencia, especialmente la de que Moreno había crecido gracias a los fondos económicos que le ha proporcionado el Gobierno, olvidando que, precisamente a un alcalde o a un presidente se le vota por su éxito a la hora de negociar bien para su territorio.

Sánchez dejará de ser presidente un día, lo malo es que habrá dejado el PSOE como un erial. Es lo que tiene el poder casi divino que otorgan las primarias.