LGTBI

El armario de batas de cola de María del Monte

María, mi arma, era la única que pensaba que no había salido del armario cuando toda España estaba al tanto de la calle

María del Monte, en el estrado, durante el discurso del día del orgullo LGTBI y alguna letra más, era la libertad guiando al pueblo de Sevilla con algunos siglos de retraso. Llevaba pantalones vaqueros, pero parecía que luciese una bata de cola. Y es que en eso han virado las reivindicaciones, en una pieza folclórica que confunde a Paquita Rico con alguna reinona de Eurovisión. María, mi arma, era la única que pensaba que no había salido del armario cuando toda España estaba al tanto de la calle. María, ¿no te has visto? La próxima vez piénsalo mejor.

Una vez, los diseñadores Victorio & Lucchino, con tanto talento para diseñar como para envenenar el aire, le espetaron al hermano de María que le dijese a su madre que en vez de un, digamos vagina finamente pero la palabra es otra, tenía un laboratorio, dado el carácter sexual de los vástagos de la familia, según los modistas. Era una de las típicas gracias de mariquitas andaluces que hoy estarían prohibidas o mal vistas. Pero María tenía que decirlo, voz en grito, como una heroína lorquiana con gafas en un acto de barricadas porque así se entiende, entiende ella, que se normaliza con más facilidad. O sea, la primera que cree que no puede ser tan normal como ir de la mano por la calle es ella. Se nota que cuando era pequeña los niños del barrio todavía tiraban piedras a los maricones. Huelo su miedo. Pedir que todo el mundo se acueste con quien quiera está muy bien, lo malo es darle el poder de pensar por uno a un llamado «colectivo» extremista que hace con el amor suicidios de enamorados, llamándolos, no sé, muertes fluidas. Lorca haría del día del Orgullo un auto sacramental en vez de un escaparate de lo que se ha progresado en el gimnasio y Jaime Gil de Biedma estaría cancelado, por lo que nos queda María del Monte, el espejo cóncavo de Canal Sur para decir al marujeo que si se pensaban que estaba con una morena resulta que es una rubia.

Isabel Pantoja pronunciará el pregón de las fiestas en Madrid. Allí no cabrá un arma. De nuevo el folclore y la bandera del arcoíris con lunares. En el teatro Apolo cantaba en su época Manuel de Molina y algún gracioso le gritó «Mariquita», a lo que el coplero, obligado a exiliarse por la represión, respondió, «Mariquita, no, maricón, que suena a bóveda». Eso es lo que se echa en falta en María del Monte, un par de ovarios, de huevos o lo que sea. Decirlo ante la plebe es fácil, lo peor es cuando hay que mirar a los ojos de un desconocido.