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María
La otra tarde María del Monte daba un paso adelante y decidía hacer pública su condición sexual
Conocí a María del Monte una tarde en El Rocío. Ella tiene casa en la aldea y justo al lado de esa casa estaba la de mi amigo, así que entró como se entra en esas casas con la puerta siempre abierta, que no hay ni que llamar. Independientemente de su gracia, de esa ironía dispuesta a disparar a la mínima, la noté muy discreta, muy entregada a su madre, muy buena vecina. La otra tarde María del Monte daba un paso adelante y decidía hacer pública su condición sexual. Lo ha hecho cuando le ha dado la gana, no cuando se lo exigían, no cuando se deslizaba, no cuando se daba a entender, no cuando los demás querían, sino cuando ella ha querido. En las redes, por supuesto, han aparecido los que reclaman a María del Monte por haberlo reconocido tarde. Hay mujeres y hombres sin miedo pero con familia. Gente que no puede dar un paso al frente porque ese paso podría hacer más daño que otra cosa. Seres humanos que no pueden reconocer ni su identidad sexual ni exponer por otras cuestiones a sus mayores. María lo ha hecho cuando ha podido, cuando estaba ya tranquila, cuando no provocaba pasar un mal momento a nadie. Y, sobre todo, lo ha hecho cuando le ha salido del c***. ¿Quién tiene que poner fecha a una decisión tan importante? ¿Se llaman Vds. María del Monte? Pero es que, en el colmo de los colmos, también se le ha reprochado que lo reconozca cuando ya no hace falta. ¿Qué es lo que consideran que no hace falta todos esos que deciden cuándo las cosas están naturalizadas, metabolizadas e interiorizadas socialmente? Todo lo que aún no está admitido lo sabemos todavía las mujeres solteras. Incluidas las heterosexuales. Sabemos qué clase de comentarios tenemos que aguantar si a un evento vamos con una tía del brazo. Sabemos cómo se nos mira, dando por supuesto que, si no tenemos a un pavo al lado, podemos ser homosexuales, resentidas, estrechas, bordes, amargadas, raras, y con muchos problemas mentales porque lo nuestro no es «normal». Así que puedo imaginar los comentarios que aún soportan las personas gais de este país. Sé muy feliz, María.
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