Aborto

Mi aborto

Lo lógico sería que el hombre pudiera decidir y optar por lo que llaman el «aborto financiero», que no es otra cosa que desentenderse del embrión y de lo que dé de sí

Una escena descacharrante, una de tantas, de «La vida de Brian» de los Monty Phyton, que estos días se reenvía por whatsapp: uno de los insurgentes confiesa que quiere ser mujer. «Desde hoy quiero ser Loreta, es mi derecho como hombre», y le preguntan, «¿por qué quieres ser mujer, Stan?», a lo que responde: «Porque quiero tener hijos, los hombres también tienen derecho a tener hijos». Al final llegan a la conclusión de que lucharán ante los romanos por el derecho a parir de los hombres aunque no puedan tener hijos. Esta secuencia absurda, que hoy parecería sacada de la rueda de prensa real del Consejo de ministros cuando habla Irene Montero, nos sigue haciendo reír, afortunadamente, aunque el motivo de la chanza ahora es una filosófica y progre soflama que demuestra hasta qué grado de ridículo es capaz de respirar la nueva izquierda.

Pasa lo mismo, ustedes disculpen, con el supuesto derecho al aborto de las mujeres. Para ser iguales ante la Ley, el aborto no debiera ser solo un derecho de la mujer, que el que suscribe no lo considera así, sino también del hombre, puesto que, en caso de llegar a buen puerto el embarazo, el varón ha de cumplir con la obligación de mantener, al menos con una parte, al recién nacido, hasta que sea mayor de edad. Si el sexo ha sido consentido, sí es sí, y ambos están igualdad de condiciones, lo lógico sería que el hombre pudiera decidir y optar por lo que llaman el «aborto financiero», que no es otra cosa que desentenderse del embrión y de lo que dé de sí, pues de otra manera no seríamos iguales ante la Ley, lo que haría víctimas a los hombres de las normas más rancias del heteropatriarcado. Este punto, que casi con seguridad no subrayará el T.C, y que, por supuesto, no trata el Tribunal Supremo de los Estados Unidos ni la Iglesia, supondría una petición liberal que en nada tiene que ver con la religión o con morales decimonónicas, por lo que no acierto a explicar por qué la izquierda no se hace un Monty Phyton, esta vez en serio.