Pere Aragonès

Aragonés y la Alhambra

Resulta siempre especialmente curioso el empecinamiento del soberanismo por moldearse realidades a la carta acordes con su discurso

Para cerrar una semana que, si algo ha certificado es que la legislatura no va a ser ni corta ni indolora, mañana viernes Pedro Sánchez se reúne en La Moncloa con el president de la Generalitat Pere Aragonés en lo que se presume será otro intento de deshielo, tras el bloqueo propiciado por el caso «pegasus» y en el empeño por recuperar la vía de una desjudicialización del «conflicto catalán» que, de momento nadie explica en qué consiste, como tampoco se explica a qué de se debe el supuesto conflicto entre el Estado y una comunidad autónoma a la que no se da precisamente la espalda con los números en la mano. Aumento del ritmo en la ejecución de infraestructuras reflejado en 850 millones de euros más, aumento de un 39% en los recursos o lo que es igual, 25 mil millones más en inversiones para Cataluña y posición especialmente destacada en la llegada de fondos europeos. Sin embargo, otra vez a vueltas con la carrera ERC-JxCat por no rezagarse en enarbolar la bandera independentista, Aragonés no dudaba en recordarle a Carlos Alsina entrevistado ese lunes en Onda Cero, que lo que pretende pedirle mañana a Sánchez es la autodeterminación y la amnistía con resultados encima de la hoy aparcada mesa de dialogo.

Dejando al margen que, hoy por hoy existe una clara dependencia mutua entre los intereses del gobierno socialista en España y del de Esquerra republicana en Cataluña, resulta siempre especialmente curioso el empecinamiento del soberanismo por moldearse realidades a la carta acordes con su discurso, empezando por exigir a «Madrid» imposibles como que la justicia deje de hacer su trabajo transfiriéndoselo a los políticos o sencillamente recordando que las sucesivas elecciones autonómicas dan mayoría a los partidarios de la autodeterminación, tal vez ignorando que, unas elecciones no son un plebiscito sobre cuestiones concretas, sino una consulta en la que se valoran gestiones y programas de gobierno para conformar un parlamento. Pero, lo más entrañable entre lo que pudimos escucharle al president en la entrevista, fue esa alusión a lo «bonita» que le pareció la Alhambra, preguntado por su conocimiento de los lugares de España -Torra dijo que una vez estuvo en Bilbao y no más- en otro no tan ingenuo intento por destacar que lo que se conoce del Estado español se debe poco menos que a «visitas de un turista extranjero». Hoy tras el encuentro con Sánchez, tal vez Aragonés se lleve a «su país» una réplica del oso y el madroño.