Economía
¿Alarma sobre el Instituto Nacional de Estadística?
Esperemos que esta cuestión sobre el INE no siga el sendero de los ceses del CNI
El tratar de conocer, desde el punto de vista cuantitativo, nuestra economía se inició, en primer lugar, por nuestra población. Tras una serie de estimaciones previas, esta evaluación se decidió dentro del conjunto de las medidas –que pasaron de Isabel II a Alfonso XII–, con la creación de Servicios Estadísticos, siguiendo las normas señaladas por el Congreso Internacional de Estadística, celebrado en San Petersburgo. Y a partir de ahí, estos datos estadísticos se emplearon para orientar la política económica que, desde entonces, se basó en el proteccionismo, como base para nuestro desarrollo. Los datos de nuestras importaciones y exportaciones pasaron a ser fundamentales.
Esta relación con el mundo internacional de España tenía un complemento: conocer el tipo de cambio de la moneda española, la cual había nacido en 1868, sobre todo, con la libra esterlina. El Banco de España pasó a interesarse en él y ofreció datos alrededor de esa cotización. Y así se pasaron a analizar, en el seno de nuestro Banco emisor, los motivos de esas cotizaciones. Un enlace fundamental para orientar la política económica debida a modelos econométricos, que irrumpió en nuestro mundo de la estadística, fue la figura de Olegario Fernández Baños, gran experto en Estadística y uno de los fundadores de la Econometric Society.
La conmoción extraordinaria provocada por la situación bélica iniciada en 1936, planteó inmediatamente, a efectos de una reorientación adecuada, la necesidad de que los servicios de estadística fuesen ampliamente mejorados. Simultáneamente, habían aparecido estimaciones, efectuadas por expertos, sobre la magnitud de nuestro bienestar económico. Estimaciones cuantitativas importantes fueron las de Mullhall, a efectos de comparación internacional; y, en España, llamaron la atención los datos ofrecidos por Vandellós y el Banco Urquijo, independientes, pero ofreciendo cifras muy parecidas. Por ello, el Consejo de Economía Nacional, creado para orientar la recuperación económica, las utilizó tras la etapa bélica.
No se puede dejar de señalar la aparición, en adelante, de estimaciones como las de Ángel Alcaide y su familia. Así, apareció la base del volumen y distribución de la renta, desde 1944, que fue descrito de manera perfecta por Jordi Maluquer de Motes, en su libro España en la economía mundial , donde ofrece las series largas de la economía española en el período 1850-2015.
El Gobierno decidió crear el Instituto Nacional de Estadística (INE), a fin de que fuese responsable de la estimación de la renta nacional, a través de su Oficina Técnica de Rentas (Decreto de 20 de mayo de 1965). Como consecuencia, dejó de tener papel en esa estimación de magnitudes macroeconómicas el Consejo de Economía Nacional. Demostró el INE, con la publicación de la serie para 1965-1972, la base orientativa adecuada.
El sistema contable del INE pasó a tener que seguir el modelo europeo, porque hacia él iba claramente España. Ahí está la explicación del papel de Manuel de Torres, quien orientó la primera estimación de la Contabilidad Nacional de España, simultáneamente, con la de Valentín Andrés Álvarez, que comprendió la importancia del modelo input-output, colaborando, en esa tarea, Alfredo Santos Blanco. Recordemos que ahí se encuentra el inicio del gran cambio, y fue clave para comprender –gracias al enlace del INE con estas aportaciones académicas–, que existía un camino magnífico para nuestro futuro económico. Basta mencionar que, gracias al enlace entre Ullastres, Valentín Andrés Álvarez, Manuel de Torres y la estimación de la matriz inversa de la tabla input-output por Ángel Alcaide, España logró un acuerdo calificado como inmejorable para nuestro ingreso en la CEE.
Añádanse los vínculos que se derivan de los análisis efectuados por los Servicios de Estudios del Banco de España –recordemos los ofrecidos en relación con el presupuesto de 2022–, y, por otra parte, por lo que se refiere al ámbito del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo (junio 2022), la labor del INE pasó a mostrar por donde se debería marchar, so pena de una catástrofe.
Pero en este momento los datos que se ofrecen evidencian la existencia, no solo de crisis debidas a la pandemia y la Guerra de Ucrania, sino también a una mala política económica, con un impacto en la opinión pública considerable, como es, entre otros datos, el de la tasa de inflación. Y de ahí deriva una sospecha del motivo del cambio ocurrido en la dirección del INE. El riesgo de que esa destitución sea motivada por la tentación de ofrecer datos estadísticos positivos, para un juicio popular favorable a la acción del Gobierno, sería, de todo punto, intolerable. Esperemos que esta cuestión sobre el INE no siga el sendero de los ceses del CNI.
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