Partidos Políticos

Crisis y precampañas

La economía va a marcar por lo tanto un otoño, más que caliente, frío de calefacciones y donde las «cosas de comer» van a dejar poco espacio al discurso de los contubernios de invisibles poderosos

Afirmaciones cargadas de realismo como las realizadas hace unas semanas por la vicepresidenta Nadia Calviño «los próximos trimestres serán complejos» suelen escocer y de qué manera en los aparatos de propaganda y entre los portadores de los argumentarios preelectorales que salen como conejos de la chistera. Pero la realidad es la que es y en determinados momentos resulta especialmente difícil empujar al electorado propio a votar con las tripas justo cuando estas suenan de poco comer. Aquel vaticinio después muy matizado por Calviño va a marcar de manera inevitable el devenir de los ciudadanos a partir de este próximo otoño, –el baño de realidad está al caer con los saldos de tarjetas de crédito en septiembre– y también el devenir político, en lo que se va a presentar como una precampaña interminable con un socio podemita ya enfilando el argumentario de la autoafirmación con su parroquia y en la que el horizonte de los comicios municipales y autonómicos va a condicionar no pocos movimientos de un Gobierno sabedor de que la lupa europea, esa que certifica la vía libre a los fondos de ayuda está especialmente pendiente de que consigan sacarse adelante unos presupuestos.

Son precisamente los grandes números del país para el próximo ejercicio trufados con la crisis económica, los que van a marcar el debate político post verano, de un lado porque el precio del socio de gobierno Unidas Podemos va a ser proporcional a los intereses demoscópicos de Yolanda Díaz…o Belarra y de otro, porque la estrategia del partido popular ya vislumbrada en el pasado debate sobre el estado de la nación será justamente la de ofrecer a Sánchez apoyos responsables y sentido de Estado ante las más que seguras diferencias internas en el seno de la coalición de izquierdas. Núñez Feijóo no dudará en seguir hurgando en la herida de la crisis interna del Ejecutivo ofreciendo su apoyo para trabajar conjuntamente unos presupuestos que salven al país de una profunda recesión, estrategia de mano tendida a sabiendas de que, con los precedentes ya conocidos, el partido socialista de Sánchez habrá de retratarse ante la ciudadanía optando nuevamente por buscar bajo las piedras cualquier socio que no sea el Partido Popular. La economía va a marcar por lo tanto un otoño, más que caliente, frío de calefacciones y donde las «cosas de comer» van a dejar poco espacio al discurso de los contubernios de invisibles poderosos y amenazantes «derechonas». No será ni corto ni indoloro.