Pedro Sánchez

El Gobierno de la gente

Lo que pasa es que la gente está muy escamada con Pedro Sánchez

Pedro Sánchez busca credenciales en Europa para poder salir a la calle en España sin que lo abucheen. No sé si lo conseguirá. Tiene previsto exhibir, en la prevista confrontación con Feijóo en el Senado, la especial acogida que le ha dispensado en Berlín su colega socialdemócrata, el canciller Olaf Scholz, tan de capa caída como él, y los parabienes de la encantadora Úrsula von der Leyen, presidente de la Comisión Europea y además militante del Partido Popular, que acostumbra a ser amable con todos. Vuelve eufórico en el Falcon después de comprobar que se ha situado, eso cree, en el centro europeo del debate sobre el gas, y que hasta los franceses dan su brazo a torcer en lo del gasoducto MidCat. Cree que la excepción ibérica se ha convertido en la regla general. Y aquí, sin enterarnos.

En fin, vuelve de Europa acometedor, como un globo de gas hinchado. ¡Se va a enterar Feijóo, ese provinciano!, clama Bolaños. Y lo primero que se le ocurre, siguiendo la costumbre, es que el gran líder europeo y del mundo mundial acuda al programa de Ángeles Barceló, en la SER, la radio amiga, para que la gente se entere de lo que vale un peine, procurando, eso sí, pasar como sobre ascuas sobre las malas previsiones económicas y sociales para los próximos meses de las que quiere hablar clarito el líder popular en el Senado interpretando el interés de la gente.

Porque lo que importa es la gente. De ahí el populista eslogan elegido para estos tiempos de turbulencias por los publicitarios sanchistas de La Moncloa con las urnas en el horizonte: «El Gobierno de la gente». Pues claro. No el Gobierno de los poderosos, los que están maniobrando para acabar con este Gobierno «progresista» y que vuelva la derecha, sino el del pueblo llano, de los de abajo, como quería Pablo Iglesias antes de Galapagar. Lo que pasa es que la gente está muy escamada con Pedro Sánchez. Como dice Lope de Vega, «también la gente del pueblo / tiene su corazoncito». Y, aunque a veces lo disimule, tiene también buena memoria. Por eso acostumbra a darle la razón a Abraham Lincoln, ya saben: «Se puede engañar a todo el mundo un tiempo y a algunos siempre, pero no a todos todo el tiempo». Ese es el problema de Pedro Sánchez. ¡Una lástima! Como escribió Bartolomé de Torres Naharro en el siglo XVI, «la gente sin capitán / es la casa sin mujer, / y sin ella es el placer / como la casa sin pan». Pues eso.