Lady Di

Canela fina | Diana o la seducción

«Diana, princesa de Gales, ha sido la mujer más seductora del siglo XX, gracias a su bondad y a su inteligencia»

Cierva azul y engañada, empalidecidos los días de lujo y rosas, la princesa de Gales despedazó al esposo falaz conquistando el mundo. Como la pastora Marcela, mientras se cavaba la tumba de Crisóstomo, Diana hablaba desde el corazón que Cervantes descompuso. En mis años jóvenes, almorcé un día con Ava Gardner, pasé varias jornadas con Gina Lollobrigida en un concurso de belleza, conocí a Halle Berry en París junto a un compañero de Le Figaro, cené en el Sena con Grace Kelly, invitado por Julio Iglesias, estuve en Puerta de Hierro con Silvana Mangano y mantuve larga amistad con Carmen Sevilla... Ninguna de ellas superaba a Diana de Gales. La princesa tenía algunos defectos, pero ha sido la mujer más seductora que he conocido a lo largo de mi dilatada vida profesional. Y la seducción no irradiaba solo de su belleza sino, sobre todo, de su bondad y de su inteligencia.

Estuve con ella en tres ocasiones. Fugazmente, durante una visita oficial en Madrid. Con el debido sosiego, en una cena organizada por el embajador Gordon-Lennox. Y un día me llamó Alfonso Barra, corresponsal en Londres del ABC verdadero, para comunicarme que la princesa de Gales me invitaba a una cena en el Claridges. El periódico le había dedicado varias portadas durante su estancia en España y, rara avis, el agradecimiento fue aquella cena que nunca olvidaré. La princesa se reunía con varios colaboradores para estudiar fórmulas de ayuda a niños africanos desfavorecidos. Prendado de su atractivo seductor, de aquella mirada, aquella sonrisa, aquel gesto encelado, aprendí a conocer a la mujer extraordinaria que estaba conquistando el mundo. No sé si lo bueno es lo bello puesto en acción. O al revés. Pero aquellas horas contemplando a Diana de Gales me dejaron una huella que nunca se borró y que se ha desempolvado ahora cuando los medios de comunicación conmemoran el XXV aniversario de su muerte atroz.

Seguramente el heredero de Isabel II pensará como Ortega y Gasset en sus Estudios sobre el amor: «La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora». Diana de Gales, sin embargo, estaba por encima de los criterios intelectuales, también de los personalistas. Ha sido la mujer más seductora del siglo XX.

Luis María Anson, de la Real Academia Española