Isabel II

Una reina ejemplar

«Isabel II aprendió desde niña que su estatus no era un privilegio sino un deber»

Isabel II era la soberana de uno de los países más importantes del mundo. Inglaterra y luego Gran Bretaña, tras la unión de los diversos territorios que conforman las islas británicas, ha tenido un papel histórico decisivo no solo en Europa sino en el mundo. En el siglo XVIII ya era un gran imperio que supo aprovechar su condición de archipiélago para ser una talasocracia perfecta. Ese aislamiento del continente resultó decisivo, pues la última invasión que sufrió fue la de Guillermo el Conquistador, el primer rey normando de Inglaterra, en 1066. Los ingleses supieron aprovechar el mar para expandirse por el mundo y conseguir un poder marítimo impresionante, así como territorios en todos los continentes. No hay duda de que Isabel II tuvo siempre muy presente ese amor por su patria y el peso de su responsabilidad histórica. Una gran nación debía tener una reina ejemplar. Sus privilegios como jefa del Estado eran un enorme honor que merecían una entrega absoluta a su pueblo y la institución. Por ello, he sentido siempre una gran admiración por una mujer que estuvo a la altura de las circunstancias. No tengo la misma opinión de otros miembros de su familia o de otras casas reales.

El nacer en un estatus privilegiado tiene que ser un acicate para buscar esa ejemplaridad. El penoso espectáculo que han dado algunos reyes y príncipes, tanto de familias reinantes como de otras que perdieron la Corona, es lamentable. Esa utilización de su condición que ha conducido a la soberbia, la arrogancia o los escándalos son un demérito. La jefatura de un Estado, ya sea una monarquía o una república, debería conllevar un comportamiento que condujera a ser un referente ético y moral. En el caso de los reyes y las reinas se añade la dificultad de la larga duración de su magistratura. No importa. Tienen que seguir el camino de Isabel II, que aprendió desde niña que su estatus no era un privilegio sino un deber. Hay miembros de familias reales, como sucede con la británica, que producen vergüenza. No aprendieron nada de esa gran reina. Hay que esperar que Carlos III y su consorte sigan sus pasos. En nuestro caso, Felipe VI y la reina Letizia han situado muy alto el listón de la Monarquía.