Guerra en Ucrania

La verdad de lo incierto

Llegan ecos, sonidos imprecisos, pero también indiscutibles, de contestación civil y militar a Putin y quienes decidieron, planificaron y están organizando la invasión

Vivimos tiempos inciertos. En realidad, la incertidumbre es la única verdad a la que nos enfrentamos hoy. ¿Cuánto subirán los precios? ¿Cuándo? ¿Y los salarios? ¿Hasta dónde llegará mi hipoteca variable? ¿Cuál será la próxima pirueta del sanchismo? Hasta verdades intocables como la supremacía rusa en el campo de batalla de Ucrania empiezan a mostrar grietas cada vez más profundas. Tanto que, en un alarde de optimismo acaso excesivo, se podría hasta pensar que el giro en la guerra estaría iluminado el final del túnel energético. ¿Y si la crisis interna que la humillación de su ejército está provocando en el seno de las élites rusas cambia el curso de este inesperado episodio bélico?

Ya digo que todo es incierto, todo es variable, todo puede pasar. ¿Por qué no esto? ¿Se nos olvidan los ecos de la general admiración y la sorpresa con que acogimos la contundente resistencia de los ucranianos? ¿O la inesperada determinación, valiente, constante, todavía hoy incansable, del actor metido a presidente, aquel Zelensky del que nadie esperaba casi nada?

Llegan ecos, sonidos imprecisos, pero también indiscutibles, de contestación civil y militar a Putin y quienes decidieron, planificaron y están organizando la invasión. Se le está pidiendo al cada vez más cuestionado líder que se siente a negociar de una vez sin esperar la humillación ucraniana, no sea que quienes resulten humillados sean los rusos. La ensoñación imperialista de Putin ha topado con la colaboración occidental forzada al máximo sin llegar al cara a cara en el campo de batalla, con el trabajo de los servicios de inteligencia unido al refuerzo de armas y munición mientras Rusia agota las suyas; inteligencia y munición. China no acudió en su ayuda, mercado manda, y los países emergentes a quienes vendió una guerra para reequilibrar el mundo arrebatando la supremacía a Estados Unidos y Europa, se han quedado en meros clientes de la energía que de otra forma no puede sacar, con lo que su posición no es precisamente de fuerza con respecto a ellos.

A ver, que esto no nos va a librar de un invierno «horribilis» como el año 93 de la difunta Isabel II , pero el movimiento de tablero, la eficacia bélica inesperada e incuestionable frente al más sangriento imperialismo contemporáneo, puede resituar también la crisis energética. Para mejor, si Moscú se aviene a negociar en serio el final de la guerra antes de lo esperado. O para peor, si la respuesta rusa es la del gato sin salida, aunque esto último sería suicida para Putin y quizá Rusia y no creo que se prolongara demasiado en el tiempo.

No dejarán de venir tiempos duros, eso parece inevitable, está aquí y es de ahora el corte del gas y la, de momento, firme determinación de Moscú en mantener su posición de desafío con el corte energético.

Tiempos de incertidumbre pueden ser también tiempos de esperanzas. Este reino presente de lo imprevisible admite lecturas y expectativas positivas. Si nadie creyó en la guerra, y llegó, ¿por qué no van a equivocarse los que sostienen que ganará Rusia y Ucrania será humillada?

El mundo espera que esto acabe y el diálogo recoloque las cosas o al menos resitúe la crisis. ¿Y si llega antes de lo previsto y con otras condiciones?

La incertidumbre es hoy nuestra única verdad.