Manuel Chaves
La «amabilidad» con los ERE
«Los ERE es una historia de golfos y corruptos que se beneficiaron política o personalmente robando»
La izquierda política y mediática siempre tiene una vara de medir diferente en los temas de corrupción en función de si afectan al PP o al PSOE. Con los primeros opta por los ataques más furibundos e inmisericordes, mientras que con los segundos elige un perfil muy discreto. No hay más que comparar la reacción sobre Gürtel, que ha sido la mayor «cacería» política de la Historia de España, frente al amable y modesto tratamiento de los ERE. Las condenas del Supremo ponen de manifiesto que Griñán permitió el «descontrol» y Chaves era «perfecto conocedor». Por supuesto, la izquierda insiste en que no se enriquecieron, criterio que no aplicaron a los dirigentes del PP que querían destruir, y en que hay un voto particular que descarta la malversación. La realidad es que los condenados son dos ex presidentes de la Junta de Andalucía que también lo fueron del PSOE. Hubo mucha gente que se enriqueció ilícitamente gracias a ese mecanismo y fue un instrumento de clientelismo político para que los socialistas jugaran con ventaja en Andalucía. Es decir, la compra de votos creando estómagos agradecidos.
Es evidente que estamos hablando de corrupción y resulta irrelevante que Chaves y Griñán no se enriquecieran personalmente. En el caso de que lo hubieran hecho la condena hubiera sido mayor, como sucedió con los protagonistas de Gürtel. El PSOE no puede dar lecciones de ética política, aunque reciba un generoso apoyo mediático. No quiero imaginar qué sucedería si la condena hubiera recaído en los populares. Estoy convencido de que los portavoces socialistas, podemitas, antisistema, bilduetarras… estarían diciendo las mayores barbaridades y pedirían la extinción del PP. Los ERE es una historia de golfos y corruptos que se beneficiaron personal o políticamente robando dinero público. Ni más ni menos. Chaves y Griñán pusieron en marcha y mantuvieron un sistema que nos retrotrae a los mecanismos que utilizaba el caciquismo durante la Restauración. En ambos casos se buscaron fórmulas para falsear los resultados electorales y se adaptaron a la realidad de cada época. No hay duda de que rechazamos firmemente aquel caciquismo. Nadie lo defendería. Por ello, no es éticamente justificable que la izquierda no dedique el mismo esfuerzo que aplicó a Gürtel y que ampare o minimice la corrupción de los ERE.
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