Política
Poli facha, delincuente progre
Las policías españolas viene a ser de las más laxas de toda Europa a la hora de emplearse
Vaya por delante que, ante la disyuntiva entre un guardia civil o un policía –municipal o nacional– y un delincuente –ya sea de cuello blanco o chorizo de estación central– siempre me voy a quedar con el policía, qué le vamos a hacer, uno es así de celoso en eso que llaman la salvaguarda del orden, que no es otra cosa que la garantía para que en un estado de derecho los ciudadanos libres puedan circular por la calle o sencillamente entren y salgan de sus domicilios con un mínimo de tranquilidad.
Pues resulta que después de cuarenta y cinco años de democracia en España, uno de los recurrentes registros en el argumentario de parte de nuestra izquierda continúa siendo el de la demonización de todo lo que lleva uniforme, ya sea un trabajador por la seguridad en el ámbito municipal o nacional, un militar curtido en la defensa de los derechos humanos y las libertades allá donde se requiere en cualquier parte del mundo, un vigilante jurado o si apuramos teniendo en cuenta a los de la prueba del algodón hasta un obsequioso portero de hotel. Para esa parte de la progresía de nuevo cuño, bastante alejada dicho sea de paso de muchos valores de la izquierda impregnada del espíritu de la reconciliación, parece condición sine qua non a la ahora de pasar su particular corte de «rojerío» el palo y tentetieso a las fuerzas del orden recuperando unos argumentos que en los años setenta con la llegada de la democracia estaban cargados de razones –había que democratizar a unas fuerzas del orden heredadas del anterior régimen, democratizar a los «grises»– pero que ahora además de desfasados lo que vienen a demostrar es una alarmante ausencia de fondo ideológico.
Por si algunos no se quieren enterar, las policías españolas viene a ser de las más laxas de toda Europa a la hora de emplearse –añado que, en gran parte fruto del complejo propio de quienes son señalados por existir en un país que vivió una dictadura– y en contraste con fuerzas del orden «nórdicas» que primero actúan y después preguntan –he sido testigo directo de ello en la cobertura de no pocas cumbres europeas– todo lo demás son «heroicas pataletas» de las «Isas» Serra, los Iglesias y sus «quemadores de cabelleras» o las patéticas Marías León a la caza del humilde sereno tras una noche de «farra» ¡que vienen los grises!...paletos.
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