Política

El prestigio de la demoscopia

El ya nada creíble CIS de Tezanos se ha equivocado demasiadas veces en el burdo intento por condicionar estados de opinión previos a citas con las urnas

Hubo un tiempo no demasiado lejano en el que los cocinados sondeos electorales del CIS dirigido por el veterano fontanero del PSOE José Félix Tezanos conseguían su primer objetivo, que no era otro que colarse en la parte alta de las escaletas de las radios y televisiones o en las portadas de prensa dibujando un pretendido sentir social en términos de intención de voto, datos más o menos discutibles, pero con una supuesta base científica que además pretendía inocular en la opinión publica la impresión de que el Partido Socialista seguía siendo a ojos de los electores la opción todavía mas fiable. Hoy también los medios de comunicación se hacen eco de los «CIS de Tezanos», pero ya no hay análisis ni interpretación que no sitúe cada sondeo del organismo público al borde de la carcajada, desgraciadamente no tanto para el prestigio del centro demoscópico pagado con el bolsillo de todos y donde trabajan profesionales contrastados e independientes, como para la generalidad de empresas privadas responsables que se dedican, sujetas a una cuenta de resultados dependiente de su propio prestigio a pulsar sin manipulaciones estados de opinión jugándose su credibilidad y la de los medios que las contratan.

El ya nada creíble CIS de Tezanos se ha equivocado demasiadas veces en el burdo intento por condicionar estados de opinión previos a citas con las urnas y eso es de todo punto lamentable, sobre todo porque viene a utilizar la pólvora del rey del dinero que, vía impuestos, pagamos los españoles, ese que la demagogia secular de la izquierda señalaría para los recurridos nichos de la sanidad y la educación. Los errores en varias convocatorias electorales e incluso en las pasadas elecciones generales, a los que se vienen sumando particulares lecturas como la última encuesta en la que el PSOE ganaría de largo con cuatro puntos sobre el PP, en contra de las distintas encuestas privadas que sí vienen acertando y que en este caso señalan todo lo contrario, llaman a una clara e inevitable reflexión, que no es otra que la que cuestiona la propia razón de ser del CIS como instituto que emplea fondos públicos en sondeos electorales, cuando tal vez lo más coherente sería ceñirse a pulsar estados de opinión sobre múltiples cuestiones que preocupan en su día a día a los ciudadanos. Ingenua aspiración cuando la maquinaria demoscópica del Estado está al servicio de quienes van «a por todas».