Política
El nacimiento de Europa
«Es curioso que en esta institución donde todos los días se conmemora algo, parece que lo único que molesta conmemorar es el día de Navidad»
Hay edades para romper barreras, roturar suelos y descubrir horizontes, lo alucinante es que el terreno que haya que desbrozar sea el del Viejo Continente y la frontera que superar esté en el corazón europeo. Porque Isabel Benjumea, joven empresaria y europarlamentaria, ha conseguido para todos nosotros esta Navidad que la Cámara Europea tenga, por primera vez en su Historia, un Belén. Que De Gasperi, Schuman, Adenauer o Monnet no lo pusieran tiene seguramente que ver con la tradición centroeuropea del árbol navideño, pero que lo hubiesen deseado está fuera de toda duda, dada su identidad cristiana. Sin embargo, a Isabel le ha costado años, años repito, que se le autorice a poner este Nacimiento que ha regalado al Parlamento, gracias a un permiso de exposición que, en principio, es sólo para 2022. Veremos qué pasa el próximo curso.
¿Cómo es posible, si San Francisco, que inventó el pesebre, era europeo; si europea es la bellísima tradición que tiene altas cotas en Nápoles, Murcia, Andalucía o Cataluña? La razón que le dieron a esta diputada de treinta y tantos era «que no se quería ofender a nadie». Les digo de verdad que más tontos no cabemos aquí. ¿Acaso vacilamos en la ofensa ajena cuando vindicamos la libertad de la mujer o exigimos el cumplimiento de los derechos humanos? La Unión Europea nació para estrechar redes de solidaridad sobre el discurso común, sobre la identidad milenaria de Europa y esta identidad es básicamente hija de la antigüedad griega y romana, del cristianismo y de la revolución francesa.
La historia de Isabel es inaudita. Una chica brillante que estudió Derecho y Empresa en la Universidad de Comillas, que trabajó en Washington como consultora del Banco Mundial, que fundó una empresa turística y entró en la carrera política en las filas del Partido Popular y que, en Navidad, hace tres años, pregunta en el Parlamento Europeo dónde está el Nacimiento, para verlo ¡y se da cuenta de que es que no tienen! Que mueve Roma con Santiago para ver al presidente de la Cámara, David Sassoli, y no le hacen caso. Que se dirige después al organismo responsable del edificio y recibe por respuesta que es que «tal vez, alguien, pudiera sentirse ofendido». Tres años le ha llevado conseguir un espacio para un nacimiento. «Es curioso –señala con agudeza– que en esta institución donde todos los días se conmemora algo, parece que lo único que molesta conmemorar es el día de Navidad». Algo falla si la autocensura va tan lejos y la corrección política se impone sobre la evidencia. Menos mal que hay jóvenes dispuestos a cabalgar el sentido común por encima de la censura.
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