Ciudadanos

El centro y el miedo

Que sea Arrimadas o sea Edmundo Bal el próximo referente en el liderazgo del partido comienza a resultar tan irrelevante como las expectativas reales de cara a unos comicios territoriales de mayo

Decía Paco Ordoñez cuando la UCD de Suárez firmaba su certificado de defunción y la espantada hacia filas socialistas o populares estaba servida, que no es lo mismo estar en el centro que estar en el medio, tal vez vaticinando lo que, después de la experiencia centrista que había tejido la transición iría sucediéndose en nuestra política años después, con siglas distintas, mismos comienzos esperanzadores e idénticos tránsitos hacia la desintegración previo paso por los techos de cristal con prometedores proyectos liberales y posteriores errores convenientemente sobredimensionados por el rodillo bipartidista.

La situación que hoy vive Ciudadanos no difiere demasiado de los últimos coletazos de proyectos como aquel CDS sobre el que Adolfo Suárez cabalgó tratando de hacer buena su frase de «mi vuelta a La Moncloa es inevitable» o de la más reciente UPD de Rosa Díez. Ambos ejemplos como el Ciudadanos creado por Albert Rivera y hoy liderado desde un manifiesto renqueo por Inés Arrimadas ofrecieron una auténtica bocanada de aire fresco a la política nacional en forma de prometedoras opciones de gobierno primero y de útiles bisagras después. Pero Ciudadanos recuerda hoy a «los otros», esa película de Amenábar cuyos personajes están ya muertos, aunque lo ignoran. La presidenta de este partido incluso mantiene su brillo desde el escaño que aún posee, aunque como ocurre con las estrellas desparecidas tiempo atrás su luz todavía llega hasta nuestros ojos. Que sea Arrimadas o sea Edmundo Bal el próximo referente en el liderazgo del partido comienza a resultar tan irrelevante como las expectativas reales de cara a unos comicios territoriales de mayo, donde el papel de bisagra protagonizado por la formación naranja pasará a mejor vida, sobre todo porque la vertiente inmisericorde de la política acaba por medir por el mismo rasero a quienes bajo las mismas siglas han cometido errores de bulto, casos de Rivera y Arrimadas y a quienes por el contrario han demostrado una verdadera y auténtica capacidad para la gestión desde el papel de gobierno, con casos tan emblemáticos como el de Marín en la junta de Andalucía sepultado por el tsunami del presidente del que fue segundo en la Junta o el de Villacís en el Ayuntamiento de Madrid, con una contrastada hoja de honradez y eficacia que puede correr el mismo camino. También ahí podría medirse la generosidad del PP de Feijoo a la hora de señalar como posible entrada la puerta principal o la de servicio.