Reino Unido

Harry el sucio

Harry el pelirrojo pasa a ser Harry «el sucio», ni honró a su padre, ni respetó a su hermano

La venganza no sabe de armarios, bajo un traje de Armani o de los ropajes de un arzobispo se guardan los rescoldos del mismo fuego. La «finezza» romana se enfría en cuanto la ira desencaja los ojos. Miren a Georg Gänswein, el ex secretario de Benedicto XVI. Su revancha, tras la muerte del Papa, se publica mañana. Francisco y su curia tiembla. Ya era hora de que el Vaticano vuelva a ser un lugar de intrigas y ángeles caídos en el que arrodillarse y rezar para salir vivo. Acaricio en este momento, como si fuera un gatito, el libro «En la sombra», la historia del príncipe Harry. La extravagancia británica es aquí un acierto de sobriedad literaria. Oh, sus páginas esconden tanto veneno que me miro los dedos no vaya a ser la tinta, como en «El nombre de la rosa». La maldad rebosa la ortografía para salvar al muchacho de morir ahogado en su propia memez. Harry es más malo que tonto y eso es lo que hace grande su historia y agiganta su libro del que, ahora sí, habla todo el mundo. Harry decidió vivir de la Corona de otra manera y Georg se puso otra de espinas, harto de ser «el Espino».

Si Camilla es la mala del cuento de Harry, una despiadada villana difícil de encontrar en un tomo de Dickens, Francisco es la antítesis de Benedicto, o la de Georg, el hombre con faldas que tocó el poder para luego quitárselo. Como a Harry. Es el drama de los segundones. Ni Harry llegaría a ser rey ni Georg, Papa, así que solo les quedó enfadarse con el mundo para ser los primeros en el infierno donde el poder se cuece con cucharón de plata.

Harry el pelirrojo pasa a ser Harry «el sucio», ni honró a su padre, ni respetó a su hermano, y su madre, la torturada Diana, lo hace una víctima demasiado fácil y lacrimógena como para que lloremos los demás. Lo malo de Harry no es que no venga llorado es que posiblemente aún se haga pipí en la cama. De Georg no puedo decir lo mismo porque tiene pinta de participar en concursos de a ver quién llega más lejos. Mal asunto en una ciudad de orines fatigados. Dios los asista.