El canto del cuco

El año más convulso

Lo que ha conseguido Sánchez este año, haciendo de la necesidad virtud, es reanimar y envalentonar a los separatistas, que estaban desanimados, cansados y en retirada

Acaba el año políticamente más convulso de la etapa democrática. Ha aumentado hasta extremos preocupantes la polarización con el intento, anunciado por el presidente del Gobierno en la sesión de investidura, de levantar un muro entre los dos bandos enfrentados para aislar a la derecha e impedir la alternancia. El «sanchismo», a pesar de perder las elecciones, ha resurgido de sus cenizas con ayuda de los separatistas catalanes y vascos, que han exigido a cambio una serie de concesiones que ponen en riesgo el sistema constitucional vigente. Hasta el punto de que el Rey ha dedicado su mensaje navideño, casi íntegramente, a defender la Constitución amenazada y advertir del riesgo de discordia .

La mayor alarma está siendo suscitada por la amnistía a Puigdemont y sus secuaces -en realidad, la autoamnistía- a cambio de los siete votos que Pedro Sánchez necesitaba para seguir en La Moncloa. Esto, junto con el propósito aparente de manejar los órganos judiciales desde el Ejecutivo y controlarlos políticamente desde el Parlamento, ha conducido a un grave enfrentamiento con los jueces y fiscales, que se han visto insultados y descalificados, lo mismo que el Rey, por socios del propio Gobierno. El negro colofón del año ha sido la entrega por el PSOE del Ayuntamiento de Pamplona a Bildu, blanqueando y dando carta de naturaleza a los herederos políticos de ETA. Este año, erizado de conflictos exteriores -Ucrania, Palestina, crisis migratoria…- en España se han sobrepasado casi todas las líneas rojas.

Sánchez justifica sus arriesgadas decisiones, que contradicen su programa electoral, con dos argumentos: cerrar el paso a la ultraderecha y pacificar Cataluña y el País Vasco. El espantajo de Vox, al que nadie en sus cabales ve como una amenaza seria al sistema constitucional vigente -desde luego, mucho menos que los separatistas y comunistas-, le ha dado resultado, y no pocos electores socialistas, radicalmente contrarios a su política, le han votado por esa razón, tapándose la nariz. Así sobrevive en el filo de la navaja. En cuanto a la pacificación de Cataluña y el País Vasco con sus concesiones a los nacionalistas -aún faltan algunas importantes, como el encuentro con Puigdemont, ya acordado-, es verdad que el ambiente está menos crispado y que han descendido los partidarios de la separación de España; pero hay quien piensa que se debe a la firmeza del Rey y del anterior Gobierno y a la impecable actuación de la Justicia. Según ellos, lo que ha conseguido Sánchez este año, haciendo de la necesidad virtud, es reanimar y envalentonar a los separatistas, que estaban desanimados, cansados y en retirada.