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El catalán «emprenyat», y el español hasta los mismísimos
El interminable chantaje catalán alimenta la aparición incipiente –detectada por políticos y empresarios– del «español hasta los mismísimos coj....», que empezaría a coquetear con la idea de que Cataluña se vaya de España
George Orwell (1903-1950), que en realidad se llamaba Eric Arthur Blair y era hijo del comisionado del ministerio colonial/británico del Opio en la India, llegó a Barcelona el día de San Esteban, 26 de diciembre, de 1936, con la idea «de matar fascistas» como miliciano del bando republicano, integrado en las fuerzas del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista). Su experiencia de la Guerra Civil española en los frentes aragonés y catalán y los sucesos de Barcelona de la primavera de 1937 –una revolución comunista dentro de una revolución marxista– le hicieron caerse del caballo izquierdo-totalitario y nacionalista. Desencantado volvió al Reino Unido y escribió el impresionante «Homenaje a Cataluña», que quizá debería ser lectura obligatoria para «indepes». Orwell concluyó que «el nacionalismo es sed de poder mitigada con autoengaño. Todo nacionalista es capaz de incurrir en la deshonestidad más flagrante, pero al ser consciente de que está al servicio de algo más grande que él mismo, también tiene la certeza inquebrantable de estar en lo cierto». El autor de «Rebelión en la granja» y de la distopía «1984» no conoció a Puigdemont, Junqueras ni tampoco a Pujol, pero sus palabras parecen inspiradas en ese tipo de personajes.
«Indepes» y nacionalistas celebraron ayer la Diada, que es –un caso extravagante en la historia– la exaltación de una derrota, en 1714, con una versión manipulada y reinterpretada de los hechos que encajaría con la definición de Unamuno (1864-1936): «El nacionalismo es la chifladura de exaltados echados a perder por indigestiones de mala historia». «Indepes» más y menos radicales se llamaron de todo ayer en Cataluña y los más acérrimos de Puigdemont, pero que le exigen todavía más, sacaron los colores a ERC y a las gentes de Junqueras que se quedó en casa aquejado de Covid. Hace ahora unos 15 años surgió la expresión, que hizo fortuna, del «catalán emprenyat» –cabreado con el resto de España– que José Montilla, presidente socialista de la Generalitat, también alimentó. Reflejaba las demandas de privilegios –emboscadas en el izquierdismo– de una elite que evolucionó veloz hacia la deriva «indepe» y los enredos actuales. Ahora, el interminable chantaje catalán alimenta la aparición incipiente –detectada por políticos y empresarios– del «español hasta los mismísimos coj....», que empezaría a coquetear con la idea de que Cataluña se vaya de España y que los «indepes» dejen tranquilos a los demás y se autoengañen con «la sed de poder» que ya detectó Orwell.
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