El canto del cuco

El chantaje

Se rompe la red del Código Penal y la Constitución a cambio de un puñado de votos para que ese Gobierno cómplice sobreviva. Asistimos al más escandaloso caso de chantaje y corrupción política de la democracia

La rendición de Pedro Sánchez a Puigdemont, que ha cristalizado en una amnistía a la medida de los separatistas catalanes, es el pago por los siete votos de Junts que necesita el dirigente socialista para seguir en La Moncloa. Pero llama la atención la seguridad de conseguir sus objetivos, el nivel de exigencia y la chulería exhibidos por el fugado de Waterloo y sus secuaces. Es como si tuvieran en su poder poderosos argumentos -cintas, documentos, el móvil de Sánchez, la injerencia rusa…-, además de los siete votos, para ejercer el chantaje hasta el extremo de conseguir su propósito obligando al presidente a ceder en todo sin rechistar. Es demasiado llamativa la falta de contrapartidas. Las negociaciones de Ginebra sobre la amnistía, ultimadas en pleno «caso Koldo», más que un pacto para la pacificación del territorio, han sido una claudicación sin condiciones que allana el camino a la insurrección.

El perdón incondicional y sin juicio a unos delincuentes acusados de gravísimos delitos, con una ley «ad hoc» elaborada hasta el último detalle y votada por los propios delincuentes, quebranta el Estado de derecho y la igualdad de los españoles ante la ley. Es una injusticia manifiesta. Por eso una inmensa mayoría de ciudadanos de todo el espectro ideológico, según reflejan las encuestas, están en contra de esta ley de Amnistía que se va a someter a votación en el Congreso de los Diputados. Y por eso muchos se manifiestan en la calle. Si, contra toda razón, esta ley sale adelante, se hará en contra de la voluntad popular, de la Constitución, de la independencia judicial y de la igualdad de los españoles ante la ley. Nunca se ha puesto más a prueba la responsabilidad jurídica y moral de los representantes del pueblo, sometidos acríticamente a la voluntad de un Gobierno chantajeado.

Se atribuye a Solón, el legendario legislador griego, del siglo VI antes de Cristo, la siguiente declaración: «Las leyes son como telas de araña: si alguna criatura débil y pobre cae contra ellas queda atrapada; pero una más fuerte puede romperlas y pasar a través de ellas». Pues eso está pasando. Desvaríos como este confirman que los ciudadanos corrientes son sometidos sin misericordia, por pequeños delitos, al imperio de la ley, con recargos y todo, mientras que los grandes delincuentes, ayudados por el poder, se libran hasta de dar cuenta a la Justicia. Se rompe la red del Código Penal y la Constitución a cambio de un puñado de votos para que ese Gobierno cómplice sobreviva. Asistimos al más escandaloso caso de chantaje y corrupción política de la democracia.