Enrique López

Alerta Amber

La Razón
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Esta semana ha desaparecido un niño en España, Gabriel Cruz Ramírez, de lo cual se han hecho eco todos los medios de comunicación y las redes sociales, siendo su retrato uno de los mensajes más enviados en los últimos días. Esto es positivo. Ante un hecho de este tipo, la sociedad no solo debe solidarizarse con el dolor de su familia, sino movilizarse en su búsqueda. ¡Ojalá aparezca pronto!

En Estados Unidos se creó hace muchos años lo que se denomina la Alerta AMBER, un sistema de notificación de menores de edad desaparecidos, que ha resultado muy eficaz. El concepto es un acrónimo inglés formado por las palabras America’s Missing: Broadcasting Emergency Response, pero que como bacrónimo hace referencia a Amber Hagerman, una niña que fue secuestrada y días después localizada sin vida. Las primeras horas de una desaparición son vitales y por ello una inmediata alerta transmitida en medios como la televisión, radio, redes sociales, y también en pantallas electrónicas públicas es muy eficaz, porque de esta manera llega a un mayor número de personas. En 2014, el Ministerio de Interior creó un sistema similar denominado Alerta Menor Desaparecido para la emisión de alertas y avisos solicitando a la población su colaboración en determinados casos de desapariciones de menores. Pero en España no tenemos la costumbre de poner nombre de personas a estas iniciativas o a leyes, como por ejemplo la Ley Megan, nombre informal para las leyes en Estados Unidos donde se exige a las autoridades policiales que hagan pública la información sobre los delincuentes sexuales registrados. Megan Kanka fue una niña de 7 años asesinada por un delincuente sexual que previamente había sido condenado por crímenes sexuales y que vivía cerca de Kanka.

No estoy proponiendo registros públicos de este tipo, sino la posibilidad de que en España se le diera nombres informales o formales a las leyes en recuerdo de una víctima, cuando la ley tiene como fin cubrir lagunas o mejorar la respuesta ante estos tipos de criminalidad. Por desgracia en España nos sobran nombres para estas leyes: ANA ORANTES, MARTA DEL CASTILLO, MARILUZ CORTÉS, DIANA QUER... Tengámoslas en nuestro recuerdo. Las familias de estas desgraciadas personas necesitan pensar que sus injustas muertes no fueron en balde, y por lo menos sirvieron para cambiar algo.