Cataluña, ha llegado la hora

El Estado ha de tomar una decisión respecto a Cataluña. Debería bastar con obligar a cumplir la Ley, una determinación tan simple que jamás se hizo. Tal como exponía el editorial de ayer de LA RAZÓN «Ante el comportamiento irresponsable del soberanismo catalán... habrá que responder sin la jactancia y altanería de los líderes independentistas con la templanza de la Ley en defensa de las instituciones democráticas».

La solución no está en el pasado, me refiero a estos 38 años, sino en el futuro, en restablecer el orden constitucional por las vías democráticas, sin olvidar si llegara el caso, que imponerlo es una de ellas. Cualquier paso nuevo, también la tan cacareada reforma de la Carta Magna (por cierto, nadie la concreta), ha de contar con el precepto primero apartado dos «la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado».

Expuesto todo esto, ningún político español, al menos desde 1978, debería sorprenderse de la situación a la que ha llegado Cataluña. Ya en la Transición aquella frase atribuida a demasiada gente –Suárez, Martín Villa, Cabanillas, Otero Novas... «El problema no es el País Vasco, sino Cataluña» emergió en cuanto se comprobó la deriva política de las recién instauradas Autonomías.

No lo olvidemos. Se permitió la sucesiva vulneración de las leyes y a pesar de las sentencias judiciales: educación sin rigor histórico, falaz, ni respeto a otras Comunidades, impedimento para la enseñanza del castellano, carteles en los comercios, esperpento de referéndum... Eso desembocó en algo peor: la escasa defensa durante ese tiempo para quienes se sentían españoles, casi abandonados a su suerte.

Ahora, ha llegado el momento. Como en la ruleta ¡no va más!. Así es la vida.