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Política

Iñaki Zaragüeta

Doble cara de Podemos

La Razón La Razón

Una cosa deberían tener clara los dirigentes de Podemos: España no es Venezuela. Por más planes que hayan hechos o por más parcelas de poder que logren, si es que finalmente algunos españoles deciden conducirse hacia el comunismo radical, Pablo Iglesias y sus colaboradores no tendrán fácil dinamitar las garantías de nuestra democracia. Esto es la España de una Europa del siglo XXI, en la que las libertades se encuentran totalmente enraizadas en nuestras vidas.

Tanto es así, que ha bastado con adquirir protagonismo en la vida pública para estar sujetos, como el resto de partidos, a los mecanismos democráticos. Que no se engañen. Las denuncias que se vierten sobre ellos no lo son por el riesgo que puedan representar para los grupos políticos tradicionales, sino porque han saltado al escenario público y han de jugar con las mismas reglas que los demás. Así lo aclaró ayer el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, al desvelar la recepción de una carta «a título de denuncia» en la que una asociación política venezolana aporta datos sobre la financiación de los dirigentes de Podemos por parte de Venezuela. Con prudencia pero con dedicación, los hechos se verificarán. Podemos y sus prebostes están sujetos a las mismas leyes que el resto de nosotros.

El recorrido de Podemos recuerda a aquello de «se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo». Su conducta respecto a la transparencia, al cumplimiento de la legalidad fiscal y cobro de honorarios, su estandarte contra la corrupción y demás proclamas tan bien acogidas por una sociedad decepcionada con los partidos al uso han resultado pura demagogia, cuando no una patraña. Como escribí no hace mucho: «Si son así sin haber tenido acceso a la caja...». Así es la vida.

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