César Vidal

El muro con México

La Razón
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No puedo evitar una sensación de estupor al ver lo que aparece en medios españoles acerca del muro entre Estados Unidos y México. Lejos de ser una innovación de Trump, comenzó a levantarse a finales de los ochenta en algunos puntos de Tijuana. En noviembre de 1993, se cerró la frontera hasta el Pacífico. El presidente Clinton lanzó además la «Operación Guardián» que creó 600 kilómetros de muro y unos 800 de barreras. En 1994, el proyecto se inició en la frontera de California y en 1997, el muro se alargó en algunos puntos de Texas. Con los atentados del 11-S, el departamento de Seguridad Nacional absorbió las competencias migratorias y las instituciones de control fronterizo tales como el ICE y la CBP. En 2006, la aprobación de la «Secure Fence Act» asignó millones para la construcción de una valla metálica de 8 metros de altura, a lo largo de más de mil kilómetros de la frontera. Ese mismo año, Hillary Clinton, a la sazón senadora, señaló que «México es un problema importante. Lo que tenemos que hacer es asegurar nuestras fronteras con tecnología, personal, barreras físicas si es necesario en algunos lugares». Por añadidura, con Obama se alcanzó el récord histórico de expulsiones de inmigrantes ilegales superando los 2,5 millones, lo que significó un aumento de más del 30 por ciento. Ese muro, anterior a Trump, ha logrado, según los datos de la propia Patrulla Fronteriza, que las detenciones en la frontera sean una décima parte de las registradas en los años noventa. Si en 2000 fueron interceptados 616.000 inmigrantes ilegales; en 2015, fueron sólo 63.400, la cifra más baja desde inicios de los setenta. Equivale a una media de 19 detenciones por agente fronterizo, es decir, la segunda tasa más baja de cualquier año registrado. Por lo que se refiere a la inmigración procedente de Centroamérica, ya existe una importante barrera anterior a la frontera de Estados Unidos que es la Policía mexicana. Desde julio de 2014, México, gracias al Programa Frontera Sur, ha fortalecido los controles por carretera y las expulsiones de inmigrantes procedentes de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua. De hecho, el primer año de funcionamiento de este programa bilateral se tradujo en un aumento de las detenciones en suelo mexicano de un 71%. ¿A qué viene, pues, este alboroto? ¿Es que estos datos no los conoce nadie?