Casas reales

El Rey patagónico

La Razón
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Tras conducir durante horas por las carreteras de tierra batida infinitamente rectas de las Pampas llegas a padecer el vértigo horizontal ya que la ausencia de referencia en el paisaje, el horizonte invariable y obsesivo, se te antoja el cantil de un precipicio a la nada del Cosmos. Cuando dos gauchos se otean en la distancia es cortesía del desierto de hierba acercarse, desensillar los caballos, sujetarlos a un facón clavado en el suelo (no hay árboles ni piedras) y entablar una charla de bueyes perdidos. A todo gaucho se le ha perdido alguna vez un buey y ha empeñado días en recuperarlo o encontrar sus huesos pelados por los zopilotes. De bueyes perdidos cabe también una conversa sobre el Rey de la Patagonia que creen leyenda en aquellas soledades cuando es Historia contemporánea no finiquitada. En 1860 el abogado francés Orélie Antoine de Tounens, aventurero, atrabiliario, presunto agente de Napoleón III y conocedor de los despojos de nuestros virreinatos suramericanos, proclamó el Reino de la Araucanía y Patagonia. Sobre el 90 % de la Pampa y la Patagonia argentinas y el 10% de la Araucanía chilena considerándolas «terra nullius». Antes de ser domeñados por criollos chilenos y argentinos, tehuelches, mapuches, pampas, ranqueles, onas, permanecían huérfanos de Estados y en sus territorios no había postas, fuertes, justicia o administración alguna. Tounens fijó capital en la comuna chilena de Perquenco y promulgó una Constitución liberal con el Legislativo elegido por los amerindios. Tardaron un año en detenerle los chilenos y ante su inteligente defensa desistieron de fusilarle ingresándole como orate en un frenopático del que le sacó el cónsul francés repatriándole. Tres veces más regresó al Cono Sur, repartió títulos de nobleza, acuñó moneda y medallas hasta su fallecimiento en 1878. Internacionalizó el conflicto logrando que Francia y EE UU admitieran que el sur de Río Negro era «No man’s land» sin Estado. Otra compulsión de Napoleón III que promovió el dislate de «Latinoamérica» o «América Latina» para colocar a Maximiliano de Austria como emperador de México. La Historia es cíclica y se repite como charada. Hoy en París sigue abierta la representación de esta Monarquía cuyo último Rey es Philippe Boiry (Felipe I), coronado en 2014. El soberanismo es una enajenación mental colectiva, repetitiva y actualísima.