PSOE

El virus del populismo

La Razón
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El 15 de mayo de 2015 la Puerta del Sol se abarrotó de jóvenes que protestaban. Fue entonces, cuando el Sr. Pablo Iglesias detectó un hueco por el que meterse en la política española. Lo demás ya lo conocemos, populismo, los de abajo contra los de arriba y democracia asamblearia frente al modelo de democracia representativa.

Sin embargo, nadie en el PSOE podía imaginar que con Podemos nacía un virus que terminaría por contaminar amplios sectores del partido. En la lógica y la cultura socialista era impensable que un líder que había llevado prácticamente a la ruina electoral a la organización pudiera aspirar nuevamente al liderazgo.

Nadie se hubiese imaginado al Sr. Joaquín Almunia o al Sr. Alfredo Pérez Rubalcaba intentando volver a la cuarta planta de la calle Ferraz. Sin embargo, ahí está el Sr. Sánchez, trabajando para ello, incluso después de haber perdido 20 diputados y haber estado a punto del sorpasso podemita.

Se equivocarán los analistas políticos si no son capaces de entender que Podemos ha contaminado la cultura de la socialdemocracia. El Sr. Sánchez ha mimetizado con el Sr. Iglesias, ha adoptado el populismo como mensaje: los de abajo frente a los de arriba, los militantes frente a la “casta dirigente”.

Él ha construido un relato en el que enarbola la bandera de los valores de la izquierda frente a los que los traicionaron y entremezcla una dosis de victimismo con una actitud agresora hacia todo aquel que no le apoya.

Cualquiera que conozca al Sr. Sánchez sabe que lo primero que haría si volviese a dirigir el PSOE es liquidar al Sr. Patxi López y a los que le abandonaron después de convencerle para que dejase el escaño, sin embargo, le propone una alianza de cara a las primarias.

Es muy parecido a lo que hace el Sr. Iglesias, que quiere liquidar al Partido Socialista, pero le propone que se sume a su moción de censura o cuando, sin previo aviso, dio una rueda de prensa organizando el futuro gobierno de España, en tanto que el líder socialista andaba reunido con el jefe del Estado en la ronda de consultas oficiales.

Para los populistas no hay límites y no se ruborizan por nada que tengan que hacer que les pueda suponer llegar al poder. El Sr. Sánchez puede apelar a la soberanía de las bases, después de haber pisoteado su decisión cuando le ha parecido conveniente en numerosos lugares de España.

También puede prometer victorias electorales y vaticinar que sus competidores convertirían al PSOE en la cuarta fuerza política, obviando que la única realidad es que fue el propio Sr. Sánchez quien quedó cuarto en su circunscripción, Madrid, que llevó al PSOE a 90 diputados y que enfrentó a unos con otros en el partido como nunca había ocurrido.

Fue él quien dañó la imagen de los presidentes autonómicos socialistas, a los que llamó casta dirigente, le dio igual que nuestros responsables públicos siempre han sido la bandera que hemos mostrado orgullosos durante más de 100 años y que erosionar su imagen es perjudicar al PSOE.

El Sr. Sánchez viene a rescatarnos de quienes entregaron el gobierno a la derecha, resultando ahora que el pacto con Ciudadanos era una alianza de las izquierdas españolas. Lleva demasiado tiempo construyendo su propia versión y nadie la ha confrontado con la verdad de lo ocurrido.

Ya hay candidatos oficiales a la secretaría general, es el momento de contar quién es y qué ha hecho realmente el Sr. Sánchez. El virus del populismo ha infectado al PSOE, pero tiene cura.