Cataluña

En otoño, metracrilato

La Razón
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No habrá referéndum independentista en Cataluña, ni barbacoas festivo-soberanistas como la del «9-N» de consecuencias más que conocidas. Habrá elecciones autonómicas para las que pueden ir apuntando en su agenda las más que probables fechas de los domingos 1 u 8 de Octubre. Les añadiré también otro dato especialmente indicativo a propósito de unos tambores electorales cuyo sonido seco pero implacable aumenta cada minuto en el seno de «Junts pel Si» ya sólo pendientes de cuando y de qué manera firman su certificado de defunción. Pues bien, no tardando mucho –entiéndase lo que le queda al actual periodo de sesiones en el Congreso de los diputados– los parlamentarios de la antigua convergencia hoy «PDeCAT» comenzarán a marcar distancias con los de Esquerra Republicana votando en según qué cuestiones de manera distinta. Será en la Carrera de San Jerónimo donde muy probablemente comience a escenificarse el reventón en las costuras de la atípica coalición como anticipo de las urnas de metacrilato para votar nuevo parlamento autonómico en Cataluña y no para otros espurios ensayos.

Viene a resultar que, tras el rotundo fracaso del pujolismo proyectando sobre sus herederos de la generación de Artur Más un impulso soberanista que silenciaria las vergonzantes tramas del «tres por ciento», las nuevas hornadas del «PDeCAT» –esas que llegan para hacer carrera política y precisan de recuperar argumentos Ideologicos más allá de la cantinela independentista– no parecen demasiado dispuestas a «tragarse el sapo» de la identificación con tamaños antecedentes. Algunas nuevas caras, con la actual coordinadora Marta Pascal como referencia más visible no están por la labor de cargar con los lastres representados por Mas y el clan de los Pujol. No debería tampoco perderse de vista la saludable aunque todavía tímida inclinación de Pascal y algunos otros llegados «sin equipaje» por recuperar el marchamo de partido de centro amable de amplio espectro social, aún a costa de aparcar el «proces».

La proyectada compra de varios miles de urnas a cargo de los actuales responsables políticos del Gobierno catalán casi señala al pie de la letra la famosa estrofa de la canción de Kiko Veneno «levantas un muro de metacrilato que nos impide vernos, tocarnos, manosearnos». La huida hacia adelante de Puigdemont y Junqueras ya casi sin impulso ni fuelle, además de pretender levantar ficticias fronteras con el resto del Estado contrasta con lo conseguido por el nacionalismo vasco –cinco diputados– con el acuerdo presupuestario y que viene a evidenciar el desgaste y escasez de miras de los diecisiete diputados de ERC y de la antigua CDC más centrados en situarse como punta de lanza en Madrid del quimérico «proceso» que en velar por el intereses de todos los ciudadanos de Cataluña. «Junts pel Si» camina entre dos abismos, el de las consecuencias en clave interna si no se sabe manejar una marcha atrás en su órdago y el de las que acarrearía la inhabilitación si se sigue adelante. Y mientras tanto esta semana el lendakari Urkullu -este si- será recibido por el presidente de la Comision europea. Para tomar nota.