César Vidal

Galgos y podencos

La Razón
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Es bien conocida la fábula de aquellos dos conejos que se pusieron a discutir sobre la identidad de los perros que los perseguían. Mientras que uno alegaba que se trataba de galgos; el otro, remachaba una y otra vez que eran podencos. Enzarzados en la disquisición, los canes terminaron por alcanzarlos y los convirtieron en presa fácil. Me ha venido a la cabeza el relato en cuestión tras examinar el Informe de previsiones para los años 2016 y 2017 de la Fundación de Cajas de ahorros (FUNCAS). Se puede dorar la píldora amarga de la realidad, pero si no queremos engañarnos, los datos son preocupantes. El fracaso de Montoro a la hora de controlar el déficit –poco importa si se debe a incompetencia, a error o a sumisión– coloca a la economía nacional a los pies de los caballos. No sólo es que las exportaciones van a reducirse, sino que a ese mal se sumarán la multa milmillonaria de Bruselas y una situación económica que nos sorprenderá en 2020 –¡sí, 2020!– con más de un catorce por ciento de tasa de desempleo y una población activa reducida e incapaz de sostener el sistema de pensiones. Estos son los perros que se nos vienen encima después de una crisis económica provocada por la incompetencia de ZP y sus cuates, de un gasto público que no ha dejado de crecer y de unos impuestos que comenzaron a incrementarse desde el primer Consejo de Ministros del presente Gobierno. Yo comprendo que para muchos resulte más entretenido insistir en que tal o cual candidato debería formar gobierno, tal o cual compañera sentimental ya no lo es o tal o cual vieja gloria de los medios o el espectáculo no pasa por sus mejores momentos. Incluso hasta puedo entender, a pesar de no haber sido nunca aficionado, a aquellos que han decidido no pasar del fútbol en su conocimiento de la vida que transcurre fuera de su entorno. Sin embargo, lo que se nos viene encima es una jauría de mastines de colmillos afilados a los que no va a detener una prórroga de los presentes presupuestos que, como escribí en su día, no podían cuadrar. O los conejos dejan de discutir entre ellos y comienzan a correr como posesos en busca de la solución o acabaremos devorados, por ejemplo, por una de tantas suspensiones de pagos en que tan pródiga resulta la Historia de España. Luego, eso sí, los presuntos historiadores paniaguados culparán a galgos o a podencos.