Carlos Rodríguez Braun

Haberle pedido dinero a Cifuentes

La Razón
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En vez de pedirle una subvención, esperé que dejara de dificultar la labor de una empresa privada, de la que soy impulsor. Un grupo de accionistas y profesores del Centro de Estudios Superiores Online de Madrid Manuel Ayau (OMMA) decidimos promover una universidad privada online, la Universidad OMMA. Conseguimos el aval de personalidades políticas y de los medios, empresarios de Silicon Valley y figuras académicas como dos premios Nobel, Mario Vargas Llosa, de Literatura, y Vernon Smith, de Economía, y presentamos la documentación necesaria ante la Comunidad de Madrid. ¿Por qué iba a haber dificultades? Es un proyecto de un centro educativo con experiencia, con apoyos y activos en capital humano, financiero y físico; que amplía la oferta educativa de Madrid y no cuesta nada al contribuyente. Sin embargo, pronto empezaron los problemas por parte de la Consejería de Educación, con quienes me he reunido varias veces en los últimos años, y que han sido muy amables a la vez que me ponían cada vez más obstáculos, enredando el proyecto en una maraña de trámites burocráticos tan delirantes que hemos terminado en manos de abogados, con pleitos y recursos. Pero sonrisas no faltaron, incluida la de Cristina Cifuentes, a la que tuve que abordar informalmente, porque no hubo manera de que me recibiera, y que me aseguró sonriendo sobre la Universidad OMMA: «Eso sale adelante». No era verdad. Fuimos superando las trabas de la burocracia educativa madrileña, hasta que hace pocas fechas recibimos un doble ataque. Por un lado, rechazan nuestro proyecto: nos vuelven a formular reclamaciones que ya habíamos resuelto con anterioridad, y a pedir documentos que ya habíamos presentado y ya habían sido aprobados. Algunas exigencias son kafkianas, como la necesidad de abundantes instalaciones de despachos y seminarios...¡Para una universidad online! El segundo ataque es el Anteproyecto de ley del Espacio Madrileño de Educación Superior, que Juan Ramón Rallo denomina acertadamente ley regional de contrarreforma universitaria. El texto es tan enloquecidamente arbitrario e intervencionista que dudo que Podemos hubiera hecho algo peor contra la libertad educativa y las universidades en nuestro país. Con la excusa de «modernizar» la educación, aspira a convertir a los políticos y burócratas madrileños en policías de la universidad, con un control absoluto que les permitirá multar y hasta cerrar universidades con casi total discrecionalidad. La Ley ataca sin rubor derechos constitucionales como el de libre empresa o el derecho fundamental de creación de centros educativos. Da la impresión de que quieren impedir que se puedan crear más universidades privadas en Madrid, y que las que hay tengan muy difícil su supervivencia. En el caso particular de la Universidad OMMA, igual quieren agotarnos a ver si desistimos por cansancio. Pero resistiremos. He hablado con responsables de Ciudadanos y parecen dispuestos a impedir este desastre educativo. No sé qué pasará al final, pero lamento profundamente la hostilidad de Cristina Cifuentes contra la innovación, el progreso, y la libertad de enseñanza en Madrid. Insisto, la próxima vez le pido dinero.