Independentismo

Jugar al gato y el ratón

La Razón
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Al final, nada de nada. Toda la expectación mediática se centró en la reunión que mantenía la Mesa del Parlament de Cataluña. Carme Forcadell, la presidenta de la institución había habilitado este día para forzar un nuevo pulso con el Estado e incluir en el orden del día del primer pleno de septiembre el debate de la ley del referéndum.

Sin embargo, el soberanismo ha considerado conveniente esperar. «No vamos a enseñar todas nuestras cartas», afirmó un miembro del Ejecutivo de Puigdemont. Forcadell se limitó a ganar tiempo para «evitar darle a Rajoy dos semanas para reaccionar» y evitó que se «ejerza la presión sobre la Mesa del Parlament».

Forcadell recibió ayer la notificación del Tribunal Superior de Justicia que le comunicaba la resolución del Constitucional sobre la reforma del reglamento. Si hace caso omiso, puede ser inhabilitada y si hubiera aceptado a trámite una ley a todas luces ilegal, se abriría bajo sus pies el fantasma de la inhabilitación. Los soberanistas saben que la única forma de enfrentarse al Estado es la desobediencia, y no todos están dispuestos. La desobediencia lleva a la inhabilitación y a las multas de las que deberían hacerse cargo a título personal, y esa carga es «mucha carga».

El foco mediático se centrará de nuevo en el Parlament en una nueva reunión de la Mesa el día 22. Será otro día para deshojar la margarita. No será el último. Quedarán el 29 y el 6 de septiembre. Ese día, los grupos de la mayoría pueden cambiar el orden del día y meter de rondón la ley del referéndum. Así, la culpa no sería de la Mesa sino de los grupos de la mayoría y «el Constitucional deberá actuar contra los 72 diputados independentistas» porque «es más fácil presionar a la Mesa que al conjunto de los diputados», argumenta un dirigente independentista para justificar el escaqueo de la presidenta del Parlament. «No lo tendrán tan fácil», afirman. Es lo que tiene la astucia.