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La mudanza

La Razón
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En el fondo sur del Metropolitano (1923-1966), en vez de graderío había un terraplén. Nada de asientos, todos de pie, y para evitar las avalanchas que provocaba la «Delandera de Seda» –Juncosa, Vidal, Silva, Campos y Escudero–, barandillas de hierro escalonadas cada pocos metros. Si arreciaba el frío, prendían las fogatas. Fue el tercer hogar del Atlético, después de los primeros partidos en el campo del Retiro (1903-1913) y del siguiente traslado al de O’Donnell (1913-1923).

En 1966 la mudanza fue al Manzanares. Ocho años desde de la adquisición y bendición de los terrenos (1958), siete desde que empezaron las obras (1959), pues no había un céntimo y fueron los socios, mediante la emisión de deuda y compra de obligaciones hipotecarias, quienes las financiaron, y estuvieron interrumpidas entre el 61 y el 65. Así estaba el patio, canino. Allí nacieron los «Indios», no por la reiterada trashumancia sino por acampar al lado del río; pero todos sentados, los 62.000. En 1971 se aprobó llamar Vicente Calderón al Manzanares y 51 años después, el quinto cambio, seguramente el definitivo.

Cuesta dejar el hogar que te ha cobijado durante medio siglo porque los recuerdos se agolpan. El gol de Luis en el partido inaugural (2 de octubre del 66); la conquista de la Intercontinental (10 de abril de 1975) contra el Independiente de Bochini, con el «Sabio» de entrenador; el primer gol del Niño Torres (25 de agosto de 2001) al Jaén, en el purgatorio de Segunda; los Rolling, Michael Jackson, Madonna en concierto con la camiseta del Atleti... El 21 de mayo de 2017 y el 3-1 al Athletic en la despedida.

No toda la afición rojiblanca asume la mudanza al modernísimo Wanda Metropolitano, ni que se hayan empleado 170 millones en cambiar de piso en vez de mejorar la plantilla de Simeone. Será el tiempo el que determine si vale la pena el canje de la silla de enea por el butacón.