Iñaki Zaragüeta

La terquedad de Rivera

La Razón
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Líbreme Dios de dar lecciones de política a nadie. Menos aún a quienes viven de ella. Hay ocasiones, sin embargo, que te preguntas por qué algunos se empeñan el «erre que erre» que más parece un «arre, arre», debido al empecinamiento por mantener errores en lugar de enmendarlos haciendo caso omiso de la advertencia clásica «propio del hombre es errar, de nadie sino de tontos permanecer en el error» (Cicerón).

Me refiero a la deriva, bastante incomprensible, adoptada por Albert Rivera y sus huestes ciudadanas uniéndose al PSOE, Podemos y demás siglas separatistas, mareas y distintas formaciones de inspiración comunista para acosar y destruir la obra realizada por Mariano Rajoy y su PP. Incomprensible porque, además de adherirse a organizaciones que nada tienen que ver con la ideología de Ciudadanos, lo hace después de firmar un pacto con los populares para elegir al presidente del Gobierno.

Afirmo lo que empeñarse en el error, porque error y grande fue haber suscrito, tras las elecciones del 20 de diciembre, un compromiso con el PSOE para llevar a Pedro Sánchez a La Moncloa. Resultado: que seis meses más tarde parte de sus votantes le abandonaron para volver a dar su confianza al PP. Conclusión: recogerá malos frutos si mantiene su complicidad contra toda esa amalgama de siglas sin tener en cuenta que sus alianzas deben ser otras. Deberían ser él y su partido quienes negocien y saquen adelante las cuestiones que consideran prioritarias. Sus socios han de ser Rajoy y su tropa.

En cualquier caso, él sabrá lo que hace, pero no le vendría mal aprender de lo que le sucedió en esos seis meses entre comicios. Así es la vida.